CARLOS ARRIBAS
El País.com
La semana pasada, dos atletas españoles batieron el récord
nacional de su prueba con una marca que les colocó los primeros en el ranking
mundial del año en pista cubierta. Orlando Ortega corrió los 60m vallas en
7,49s y Jorge Ureña llegó a 6.076 puntos en heptatlón (60m, longitud, peso,
altura, 60m vallas, pértiga y 1.000m).
Para ambos, las marcas son solo puntos de paso hacia cimas
más altas. Para Ortega, ya confirmado como uno de los mejores vallistas del
mundo, ni siquiera es la mejor marca de su carrera, pues como cubano aún corrió
en 7,45s el año pasado; de Ureña, de 22 años, el atletismo español espera que
herede de Antonio Peñalver, medallista en Barcelona 96, el título de mejor
decatleta español de siempre.
A los dos se les espera este verano en los Juegos de Río, y
a Ureña también, aunque duda si acudirá, en los Mundiales en pista cubierta, en
marzo, en Portland (EE UU). “La fecha cae muy mal en mi preparación para
conseguir la mínima olímpica [8.100 puntos: su mejor marca es 7.983] y
seguramente deba renunciar”, dice Ureña, que vive y se entrena en Onil
(Alicante), dirigido por su padre, el exdecatleta José Antonio Ureña, y por
Jesús Gil, también entrenador del saltador de longitud Eusebio Cáceres. “En el
Europeo de Ámsterdam, en julio, intentaré la mínima, pero batir el récord de
España [8.526 puntos de Francisco Benet] o, incluso, superar los 8.474 puntos
de Peñalver todavía lo veo lejos. En lanzamientos, sobre todo en disco y peso,
me falta corpulencia para acercarme a sus marcas [14 metros menos en disco
lanza Ureña, tres menos en peso] y lo tengo que compensar trabajando más la
técnica”. El hombre 10 del atletismo español mide 1,78 metros , 20 centímetros menos
que Peñalver, 10
centímetros menos que Ashton Eaton, el hombre de los
9.045 puntos. Lo que no le da el tamaño lo compensa con velocidad, fuerza,
flexibilidad y agilidad: su mejor prueba son las vallas, la especialidad que
mejor define a un atleta proteico.
Camino de ser mejor que Peñalver, Ureña comenzó batiendo su
récord de heptatlón, que llevaba 24 años en los libros. Lo hizo en Reims, lo
que le permitió brindar por su éxito con el mejor champagne, y, sobre todo,
gracias a los 5,02
metros [22 centímetros más que su mejor marca] que saltó
con la pértiga, lo que confirió valor simbólico al logro, capacidad de
superación y arrojo. Hace unos meses, en el Mundial de Pekín, un cero en
pértiga marcó su debut en la gran competición.
“Aquello me ocurrió
por usar pértigas demasiado blandas para la fuerza que desarrollaba, porque
entraba a tope de adrenalina”, dice. “Este invierno he trabajado mucho en
Tenerife y, sobre todo, ya me he atrevido a usar pértigas duras. Superando los
cinco metros ya estoy en la altura que hace la mayoría y pierdo uno de mis
hándicaps”.
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