ÁNGEL CRUZ
AS.com
El virus Zika amenaza los Juegos Olímpicos de Río. Es un
hecho. Se recomienda que no asistan mujeres embarazadas, hay miles de personas
infectadas, Estados Unidos da libertad a sus deportistas para acudir o no (por
el momento, aunque podría subir un escalón y prohibir la expedición,
directamente, por temos a la importanción de ese virus), Kenia dice que podría
no acudir a la cita brasileña, otros países se lo están pensando, un científico
recomienda directamente, la suspensión… El problema crece y crece.
Si los Juegos se suspendieran, cosa nada probable, sería la
cuarta vez, tras los de 1916, 1940 y 1944. Y si hubiera un boicot amplio de
países, también sería la cuarta vez, después de 1976, 1980 y 1984.
Vamos con las suspensiones. En 1916 los Juegos Olímpicos se
habían concedido a Berlín, pero la Primera Guerra Mundial estaba en todo su apogeo y
lógicamente nunca vieron la luz. El ciclo olímpico se reanudó en 1920, en
Amberes.
En 1940 el Comité Olímpico Internacional (COI) había elegido
a Tokio como sede, pero antes el Imperio del Sol Naciente invadió China y le
fueron retirados. Se le adjudicaron a Helsinki, pero se suspendieron cuando el
país báltico fue invadido por tropas soviéticas. En una ocasión se le retiraron
al agresor; en otra al agredido.
El Movimiento Olímpico tuvo un parón de nada menos que doce
años: desde Berlín 1936 a
Londres 1948, en que se reanudaron. Estos Juegos se llamaron “De la Austeridad ”, porque
Inglaterra seguía devastada por los bombardeos nazis. Alemania y Japón, las
potencias derrotadas en la
Segunda Guerra Mundial, no fueron invitadas a competir.
Y ahora, los boicoteos. Estados Unidos estuvo a punto de no
acudir a los Juegos de Berlín 1936, para no colaborar con lo que se pensaba que
iba a ser una apología del nazismo, pero finalmente compitió y fue el gran
triunfador. España también ha boicoteado unos Juegos, los de Melbourne 1956, en
protesta por la invasión soviética de Hungría. Hungría sí acudió, ya controlada
por la URSS.
Pero el primer gran boicoteo se produjo en Montreal 1976,
con motivos un poco enrevesados. Los países africanos, liderados por Tanzania,
pidieron la exclusión de Nueva Zelanda de los Juegos canadienses porque un
equipo de rugby de este país había hecho una gira por Sudáfrica, entonces
excluída del Movimiento Olímpico por su política de agresiva segregación
racial. El COI alegó que el rugby no era deporte olímpico y en consecuencia se
podía sancionar a los neozelandeses. Y se desató el boicot. Tanzania ni
siquiera viajó, pero sí el resto de países del África Negra, que abandonaron
Montreal en el último momento. También secundaron este boicoteo Irak y Guyana.
Cuatro años después, en Moscú, el boicot fue promovido por
Estados Unidos, la gran potencia mundial del deporte. El motivo, la invasión
soviética de Afganistán. El presidente Jimmy Carter prohibió a los deportistas
acudir a la capital rusa, pero la mayoría de éstos querían hacerlo, así que
anunció que se les retiraría el pasaporte.
Pidió a los países de la órbita occidental y capitalista que
secundasen el boicot, pero tuvo menos éxito del que él esperaba, porque sí
participaron en Moscú Gran Bretaña, Australia, Italia, Francia, Suecia,
Finlandia, Dinamarca, Austria, Grecia… y España, aunque bajo bandera olímpica.
El que esto escribe desfiló en el Estadio Lenin tras ella.
En Los Ángeles 1984 la Unión Soviética
respondió al golpe, como era de esperar. Y tuvo más éxito porque su control del
bloque comunista era férreo. Hubo algunas excepciones, como Yugoslavia, Rumanía
o China, que sí estuvieron en la ciudad californiana. Cuba sí secundó el
llamamiento soviético. Los boicoteos masivos se terminaron, por ahora, en Seúl
1988.
No hay comentarios:
Publicar un comentario