MIGUEL ÁNGEL BARROSO
ABC.es
«Me enteraba de muchas cosas, pero solo tenía
sospechas».José María Odriozola, presidente de la Federación Española
de Atletismo durante los últimos 27 años, es un hombre acostumbrado a vivir en
el ojo del huracán. Ha llevado el timón de un deporte que ha dado glorias,
decepciones y no pocas polémicas a nuestro país en el último cuarto de siglo.
Le ha tocado gestionar vacas gordas y flacas, la borrachera de medallas en los
felices 90 y los escándalos de dopaje de los últimos tiempos, con el caso Marta
Domínguez como más significativo: la atleta a la que defendió hasta que el
Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) la suspendió por un anormal pasaporte
biológico. «Tengo una sensación personal de tristeza. Ahora mismo no puedo
poner la mano en el fuego por nadie, solo por mí».
Hace unos días, Odriozola presidió su última asamblea. El
próximo 26 de noviembre habrá elecciones en la Federación y él no se
presentará. Deja un atletismo en crisis de resultados y bajo la sombra de
sospecha. No solo a nivel doméstico: este pontevedrés de 76 años conoce también
los entresijos del atletismo mundial como miembro del Consejo y tesorero de la Asociación Internacional
(IAAF), y apoya a Sebastian Coe en su intento por limpiar un deporte vapuleado
por las trampas de los atletas y la corrupción de los dirigentes.
Tras la citada asamblea, rechazó las acusaciones de
negligencia en el tratamiento del dopaje. «No acepto que me digan que estaba
dormido y no me enteraba de nada. Alguna vez me lancé a la piscina sin tener
pruebas porque me pareció que tenía que hacerlo para, al menos, liberar mi
conciencia. La
Federación Española no puede abrir expediente porque no tiene
datos. Los tienen la IAAF
y la AMA (Agencia
Mundial Antidopaje) y son secretos. Solo cuando piensan que algún caso puede
ser sancionado, nos envían el expediente para que lo continuemos».
Otra cosa es que haya comunicado mal o defendido a
determinadas personas», comenta a ABC Raúl Chapado, exatleta, triplista,
director deportivo de las candidaturas olímpicas de Madrid 2016 y 2020, y desde
hace un par de semanas candidato a la presidencia de la RFEA. «Con el escándalo del
atletismo ruso estamos viviendo una catarsis, pero no es la primera: recordemos
los ejemplos de Ben Johnson y de Marion Jones. Soy partidario de endurecer las
sanciones, porque las que hay no han sido disuasorias. ¿Ocho años? Hay que
debatirlo».
«Vivimos una época crítica», continúa Chapado. «Con carencia
de lo que más ilumina, que son las medallas, pero nuestro atletismo se mantiene
entre los ocho mejores de Europa. Es un deporte de muchas posibilidades, hay
talento y grandes entrenadores, aunque hemos perdido patrocinios y presencia en
los medios».
Isidoro Hornillos, olímpico en 400 metros en Moscú 80 y
actual presidente de la
Federación Gallega , también opta a suceder a Odriozola. «No
quiero hacer demagogia con el dopaje», señala. «Siempre hay algún
irresponsable, a nivel personal o de país. Otra cosa es cómo responder. Y la RFEA debe tener tolerancia
cero». Sobre la situación de este deporte en nuestro país cree que «la sociedad
tiende al hedonismo, y las actividades agonísticas no venden. Hay más niños que
nunca practicando atletismo; por desgracia, al filtrar las capacidades del ser
humano tiene un índice de abandono importante. Habría que intentar que el paso
a la universidad no sea un freno».
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