CARLOS ARRIBAS
El País.com
El abrazo y los achuchones a que se entregó en el centro de
la pista el matrimonio Ashton Eaton, que esperaba a que terminara la altura de
su heptatlón, y Brianne Theisen, quien tras un 800m en 2m 9s acababa de ganar
el pentatlón, parecía de buen augurio para Asafa Powell. La campeona
canadiense, tres veces en el medallero en su carrera en las pruebas combinadas
y nunca oro hasta la noche de Portland, era una muestra de que en el atletismo,
a diferencia de la vida, no hay maldiciones eternas. El jamaicano, el mejor
velocista del mundo hasta la llegada de su compatriota Usain Bolt, varias veces
recordman y medallista mundial al aire libre, pero nunca campeón en solitario,
parecía haberlo entendido. “Estoy de nuevo aquí”, había dicho después de ganar
su semifinal con unos magníficos 6,44s para un hombre tan grande, la quinta
mejor marca de la historia.
Tres horas después debería tener derecho, como todos los
justos, a su acto de redención, la victoria que debería justificar su decisión
de emplearse a fondo en la temporada de pista cubierta después de largos años
de pasar el invierno vegetando; el triunfo que haría olvidar el positivo que le
tuvo seis meses sancionado en 2013. Tres horas después, si Powell, de 33 años
ya, hubiera vuelto a pronunciar su “estoy de nuevo aquí”, el sentido habría
sido del todo diferente pues su proclamación habría llegado después de volver a
perder una final individual, como es su costumbre en los Mundiales y Juegos
Olímpicos, después de quedar segundo detrás de Trayvon Bromell, el estadounidense
de 20 años que ya fue bronce en la final de los 100m del Mundial de Pekín, el
futuro que llega a toda velocidad yque quiere tener la salida de Powell, la
potencia de Gatlin y Gay y la cabeza de Bolt. Powell, extraña y
sintomáticamente, salió mal y si no tuvo espacio para remontar a Bromell
(6,47s, la mejor marca de su vida), casi lo tiene para que le adelantara el
sorprendente barbadiano Ramon Gittens, bronce en 6,51s, a una centésima del
frustrado jamaicano que nunca será Usain ni campeón del mundo, que siempre será
Asafa.
Justo después del amoroso abrazo matrimonial y antes de la
triste derrota jamaicana, el mejor momento atlético de la noche tomó por unos
minutos el foso de longitud de la brillante pista verde de la capital de
Oregón. En el primer intento, la serbia Ivana Spanovic trazó firme una raya en
7m clavados que la veterana estadounidense Britney Reese solo puso rozar
(6,97m). Después del valle habitual en la longitud, llegó el pico de los dos
últimos saltos, trepidante. Reese, ya tres veces campeona mundial al aire libre
y una vez bajo techo, igualó con su quinto intento los 7m de la serbia, quien
respondió solo un minuto después recuperando su tesoro con 7,07m. Como las
verdaderas campeonas, dando lo mejor, respondió Reese, quien en el último salto
voló hasta 7,22m, muy cerca de su mejor marca de siempre (7,24m), una distancia
inalcanzable finalmente para Spanovic.
Invisibilidad española
La participación española en la jornada del viernes fue
justamente participativa. Solo el velocista Bruno Hortelano, un atleta de 200m
que se esforzó al máximo en los 60m, pasó en su serie y lo hizo logrando su
mejor marca de siempre (6,63s). El resto dio la razón a los que, cansados ya y
pensando en el aire libre, renunciaron al pesado viaje a Portland casi a
finales de marzo. El campeón de España, Manolo Olmedo, quien en febrero iba a
comerse el mundo y a primeros de marzo comenzó a dudar, en vísperas de la
llegada de la primavera se llevó la mano al gemelo y se retiró en su semifinal
de 1.500m. En su tercer heptatlón en dos meses, a Jorge Ureña le derrotó el
cansancio: en todas las pruebas del heptatlón sacó sus peores marcas de la
temporada (7,10s en los 60m, 7,15m en longitud, 12,24m en peso y 1,96m en
altura). El líder y casi seguro campeón (si no falla en pértiga), Ashton Eaton,
tan preocupado por su Brianne, tampoco está cerca de las marcas que le dieron
el récord mundial (6.775 puntos) hace cuatro años en Estambul (6,81s en 60m,
8,08m en longitud, 14,16 en peso y 1,99m en altura).
En lanzamiento de peso ni Carlos Tobalina ni Borja Vivas
llegaron a los 20m. Tampoco sus mejores marcas les habrían dejado cerca de las
medallas. Ganó el coloso neozelandés Tom Walsh (21,78m).
Lo mejor de los españoles está por llegar. El sábado, el día
en el que el mundo verá a Dafne Schippers y el duelo Bashim-Tamberi en altura,
a las 19.37 (hora peninsular española), salta el triple Ana Peleteiro contra la
espectacular venezolana Yulimar Rojas, y a las 13.00 lo hace Pablo Torrijos.
Ruth Beitia espera al domingo, a las 21.00.
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