ÁNGEL CRUZ
AS.com
Ruth Beitia aspira hoy en Portland a conseguir su medalla
número doce en la alta competición y la primera de oro en los Mundiales en
pista cubierta. Y su principal rival en la ciudad de Oregón (Estados Unidos) es
una chica de Las Vegas llamada Vashti Cunningham, a la que dobla en edad: 18
años de la norteamericana y 36 de la española. Un valor consolidado y una
estrella emergente. Las separan 18 años y un solo centímetro, el que tiene de
ventaja Vashti sobre la cántabra: 1,99 por 1,98 metros .
La experiencia (y excelencia) contrastada contra la juventud
novata, pero plenamente cualificada: esos 1,99 son récord mundial para menores
de veinte años. La veteranía de Ruth, que disputará su final número 26 en la
alta competición, contra la primera presencia de Cunningham en una prueba
decisiva de alto relieve. Y su primera asistencia a una competición de élite,
que contrasta, también, con la novena actuación de Ruth, que empata
históricamente con la ochocentista mozambiqueña Maria Mutola.
Pero el de la española y la estadounidense (que pertenece a
una reconocida saga de jugadores de fútbol americano) no será un duelo
singular, aunque ellas tengan las dos mejores marcas del ránking mundial de
este año. Las rusas, siempre peligrosas, siempre empeñadas en ganar medallas de
oro y en alcanzar muy a menudo su objetico, no competirán a causa del dopaje
masivo de su país, que tiene prohibido actuar fuera de sus fronteras y que, en
estos momentos, está fuera de los Juegos Olímpicos de Río.
Pero estará en liza la polaca Kamila Licwinko, que este año
ha saltado 1,97 (marca personal 2,02, como Ruth), a quien la mítica revista
yanqui Track and Field News, experta en predicciones y en acertarlas, da como
favorita, por delante de la capitana española y de Cunningham, la morenita niña
prodigio. Y no hay que olvidar a la lituana Airiné Palsyté, que tiene 1,97, con
marca personal de dos metros.
En total, doce atletas. Y un duelo estelar entre Ruth Beitia
y una chica que tiene edad de ser su hija, que mide 1,85 y a la que le espera,
sin duda, un futuro resplandeciente. Pero estamos en el presente y esta
tarde-noche en Portland se verá a quién pertenece este presente.
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