JAVIER HERNÁNDEZ
El Mundo.es
Pongamos a Justin Gatlin como ejemplo. Sin entrenar o
entrenándose poco, en casa de sus padres en Florida y repudiado por los patrocinadores:
así pasó buena parte de los cuatro años de su sanción por dopaje, entre 2006 y
2010. Y cuando regresó sólo necesitó unos meses para volver a bajar de los 10
segundos. Anteayer, a los 35 años, ¡35!, y después de dos suspensiones en su
carrera, se colgó el oro de su vida, en los 100 metros del Mundial
de Londres. Sus títulos en los Juegos de Atenas 2004 y el Mundial de Helsinki
2005 no son comparables. «Estoy más emocionado que nunca. Sé que hay mucha
gente en desacuerdo, pero creo que mi victoria aquí inspirará a muchos niños,
se recordará dentro de un tiempo», proclamaba ayer, después de la ceremonia de
medallas en la que volvió a ser abucheado. Y puesto él como ejemplo, el regreso
de Usain Bolt se debe considerar posible. Pese a la falta de motivación que le
llevó a anunciar que ya no correrá más a partir del relevo 4x100 de este
sábado, todos sus adversarios, e incluso algunos compañeros, aventuran que
volverá y lo hará, claro, con opciones de victoria.
En los próximos meses habrá bailes en el Fiction, un
exclusivo club de Kingston, y comilonas en su restaurante, que construyó justo
al lado, pero, a sus 30 años, ¿Después qué? «Disfrutará de un año sabático y
luego dirá: 'Sabes qué, la pista me gusta demasiado, no puedo retirarme tan
joven'», avanza el propio Gatlin, y es difícil contradecirle. Según la revista
Forbes, Bolt ingresa cerca de 30 millones de euros al año, problemas económicos
no tendrá, pero en algo deberá ocupar el tiempo. Su sueño de ser futbolista
profesional se supone imposible -aunque el Borussia Dortmund asegura que le
hará unas pruebas-, ya ha declarado que no le apetece convertirse en
entrenador, tampoco centrarse en los negocios y, si acaso, será embajador de
Puma. La marca, que ya ha contratado a su presunto sucesor, el canadiense André
De Grasse, planea convertir su rayo en una marca paralela, como Nike con el
vuelo de Michael Jordan, pero, claro, tampoco apunta a entretenimiento
suficiente. Hasta ahora cuestionado por el tema, Bolt sólo ha hecho muecas y,
sin mucho que aportar, ha callado. «De verdad no os preocupéis por mí. Ya me
las apañaré», bromeaba antes de su histórica derrota para aventurar que lo
único que no pasará, seguro, seguro, es que se pondrá gordo. «Mis entrenadores
me lo dicen constantemente. Con lo que te gusta comer, en dos años ya tendrás
barriga. Pero me he apostado con ellos que no, que seguiré como ahora»,
revelaba. El año próximo, carente de una gran competición, parece un periodo
perfecto para un parón y luego, el Mundial de Doha 2019 o los Juegos de Tokio
2020, sólo él sabrá. La excusa de la imbatibilidad ya no le sirve, nadie le
afeará una derrota si vuelve, tampoco su obsesión con la Historia. Otros
grandes, como el propio Michael Jordan -en su segundo intento-, Muhammad Ali o
Tiger Woods quisieron retornar a la competición y fallaron. Como ejemplo sirven
el mismo Jordan -en su primer intento-, Michael Phelps, y, a menor escala,
dicho está, el propio Justin Gatlin.
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