martes, 15 de agosto de 2017

LA TRIPLE M

CARLOS TORO
El Mundo.es

Por primera vez, España sale sin medallas de un Mundial de atletismo. El batacazo lo suavizan, aunque no lo remedian, cinco puestos de finalista, incluido el relevo 4x400, en una nutrida expedición de 56 miembros.El atletismo español se ha apoyado tradicionalmente, en especial en el campo masculino, en el mediofondo, el maratón y la marcha. La Triple Eme. Los atletas destacados en otras modalidades han tenido un aire de individualidades creativas, aunque no espontáneas. Pero el mediofondo (en particular los 1.500 metros), el maratón y la marcha se han significado como bloques articulados alrededor de un estímulo hereditario y, probablemente, una predisposición genética.
La marcha fue la especialidad más temprana. El mediofondo, la más agradecida. El maratón, la más breve. La marcha sigue siendo la más fiel, pese a la aumentativa proliferación de países incorporados a la fiesta. El domingo, en los 20 km., no aportó medallas. Pero sí uno de esos escasos finalistas (8º), un noveno, un décimo y un decimotercer puestos. Al menos mantuvo su imagen de bloque. Pero hubiéramos cambiado la solidez del cemento por el brillo del metal.
Suponía la penúltima esperanza de no abandonar Londres de vacío. La última, en los 1.500, recaía en Adel Mechaal. Al hombre se le venía encima una responsabilidad individual y otra colectiva como pocas veces hemos contemplado. Se le suplicaba una medalla de doble valor que evitase el desastre completo y rescatara desde los rescoldos moribundos la llama sagrada de su viejo y querido gremio. Estuvo a punto. De haberlo logrado, habría ascendido a la categoría de héroe salvador.De nuevo han sido demasiados los atletas que, conseguido el objetivo del año, la mera presencia en el Campeonato y no su máximo rendimiento estacional en él, han estado por debajo de sí mismos. Ante la imposibilidad, por exceso de nombres y circunstancias, de analizar caso por caso, estas líneas constituyen un juicio general a la actuación española. Y sólo puede ser negativo.La Federación debe pensar que mandar gente a un gran Campeonato supone la concesión de un premio merecido y la encomienda de una exigencia obligatoria. Y el atleta debe saber que no se puede aceptar el uno sin comprometerse a cumplir con la otra.

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