lunes, 5 de octubre de 2009

Llega Sestide, la última EPO invisible


CARLOS ARRIBAS

Igual que los profesionales del ramo y los que quieran estar al tanto de las últimas novedades del automóvil visitan el Salón de París, o aquellos que vivan de los ordenadores la conferencia de Las Vegas, donde los fabricantes promocionan sus últimos productos, así aquellos que quieran estar al tanto de lo novísimo de un producto tal que la EPO (eritropoyetina), también tienen su feria de muestras. Se celebra todos los veranos en la ciudad alemana de Lübeck, no muy lejos de Hamburgo, y a ella acuden no sólo especialistas médicos, o representantes de la industria farmacéutica interesados en asuntos como la patofisiología y la farmacología de la EPO o dedicados a espiar las novedades de la competencia, sino también, y unos cuantos, gentes del deporte, especialistas del dopaje y del antidopaje, pues no hay que olvidar que desde su llegada al arsenal terapéutico y deportivo, hace ya 21 años, el deporte, algunos deportes sobre todo, el ciclismo, el atletismo, el esquí de fondo, ha sufrido una revolución.
Este año, han conocido y apreciado al último llegado en el sector de las EPO, al Sestide, la última generación de la última generación de la EPO, un mimético. El Sestide, sintetizado por el laboratorio alemán AplaGen, se presentó en Lübeck el 1 de agosto como un producto de fácil fabricación -no precisa de ingeniería genética, sino que se sintetiza como cualquier otro medicamento-, uso y conservación -no necesita guardarse en nevera-, y, sobre todo, útil en la lucha contra el cáncer, ya que, dicen, no estimula el crecimiento de las células malignas. Pero al mundo del deporte le interesaba por otras razones, fundamentalmente por su invisibilidad en los controles.
Dos semanas después de la feria de Lübeck se disputó en Berlín el Mundial de atletismo y, aunque el Sestide (Supravalent Erythropoiesis Stimulating Peptide) no está aún comercializado, y de hecho sólo se ha experimentado con él in vitro y con ratones, no con humanos, se sospecha que algunas de las mejores marcas conseguidas en Berlín en pruebas de resistencia, a partir de los 800 metros, tuvieron mucho que ver con el nuevo producto.
Como los coches, como los ordenadores, los televisores de pantalla plana o Internet, la EPO cambia de año en año, mejora su eficiencia, por ejemplo, su facilidad de administración, o, la característica más interesante para las malas gentes del deporte, la dificultad para ser detectado por los laboratorios antidopaje. Mientras las generaciones anteriores de EPO recombinante, como, por orden cronológico, las EPO alfa (la primera), beta, omega, delta, zeta, varios tipos de EPO china, y EPO análogas, como el Aranesp o la CERA, ya son pan comido para los laboratorios de detección, las EPO miméticas representan un último desafío.
"De hecho", confiesa Mario Zorzoli, uno de los sabios de la lucha antidopaje de la Unión Ciclista Internacional, "yo ni conozco su existencia. Lo último que me ha llegado es el Hematide, una EPO pegilada, decorada con azúcar para engañar al sistema inmune y así durar más en el organismo, que se dice que se ha usado en el último Tour". Con sus medios actuales, Zorzoli sabe que hay ciclistas que usan medios ilícitos para mejorar su sangre, pero no tiene medios para demostrarlo.
"Las nuevas EPO, las EPO miméticas, por así decirlo, abren la cerradura que abren las EPO de siempre pero no tienen forma de llave. Estructuralmente no tienen nada que ver, pero tienen el mismo efecto", dice Cristóbal Belda, oncólogo de La Paz. "Y es igual de peligrosa, porque estimula, como todas las EPO no sólo la fabricación de glóbulos rojos, sino también tejidos cerebrales, musculares, el corazón...".
Pero no todo está perdido. Lenta, pero segura, la lucha antidopaje trata de recuperar el retraso. La Agencia Francesa Antidopaje ha ordenado volver a analizar en busca de CERA -la EPO de anterior generación, la de Riccò, Piepoli y Kohl, que también era indetectable- la orina de 15 sospechosos del Tour de 2008.

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