jueves, 16 de octubre de 2008
Los puños negros cumplen 40 años
ELPAÍS.com/AGENCIAS - Madrid/México D.F.
En algo menos de tres semanas Barack Obama puede proclamarse presidente de Estados Unidos. Sería, si los baticinios electorales no se equivocan, el 44º inquilino del Despacho Oval y, sobre todo, el primero afroamericano. Nadie, de Alaska a Baja California, es capaz de adelantar qué papel jugarán los prejuicios raciales en las elecciones del próximo 4 de noviembre; lo que sí saben en Estados Unidos es que, aunque John McCain se imponga, el hecho de que el senador por Illinois haya llegado a las puertas de la Casa Blanca es fruto de decenios de trabajo en materia de derechos civiles. Un logro moldeado a base de sacrificios. Como los de Tommie Smith y John Carlos, los dos atletas estadounidenses que durante los Juegos Olímpicos de México 1968, subidos al podio de los 200 metros lisos, recordaron al mundo que los negros, en Estados Unidos y muchas otras sociedades, seguían siendo ciudadanos de segunda clase -si eran siquiera ciudadanos-. Ambos, puño en alto envuelto en guante negro, han regresado hoy al lugar que convirtió en global una consigna cuyo eco perdura en el siglo XXI: Black Power (Poder Negro). ¿Su sacrificio? Fueron sancionados de por vida. Hoy se cumplen 40 años.
Smith, oro en aquella final de 200 metros lisos, y Carlos, bronce, que ocupaban el cajón junto al australiano Peter Norman, han regresado al Estadio Azteca de México D.F. como homenaje a aquel gesto eterno. "Después de 40 años estoy feliz de volver, es refrescante saber que dejamos un legado", ha reconocido el campeón de aquella carrera. Expulsado de por vida del movimiento olímpico, Smith ha ensalzado el papel de Norman en aquella tarde de otoño: el australiano contempló impávido cómo sus dos acompañantes bajaban las cabezas, cerraban los ojos y alzaban los brazos.
"Aunque no levantó su puño.. levantó su voz", ha explicado Smith en referencia al parche que lucía el australiano durante la entrega de medallas. Llevaba bordadas las iniciales OPHR -Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos-. Norman, de hecho, fue quien les sugirió que cada uno usase un guante, ya que Carlos había olvidado los suyos en la villa olímpica. Por eso Smith elevó el puño derecho y Carlos el izquierdo. De fondo sonaba el himno del país que unos meses antes había visto morir a Martin Luther King, asesinado el 4 de abril de 1968 en el balcón del hotel Lorraine de Memphis.
"George Foreman, Bob Beamon, los grandes atletas que corrieron la maratón [en México'68], y nosotros, todos los héroes de aquellos juegos, fuimos impulsados por esta gran ciudad. Ustedes nacieron aquí y tendrían que sentirse felices por aquellos juegos". Las palabras de Carlos, que agradecía su presencia a los mexicanos congregados en el Estadio Azteca, reconstruían un legado que llega hasta nuestros días. Y si no que se lo pregunten a Usain Bolt.
El jamaicano, plusmarquista mundial y triple campeón olímpico en Pekín 2008, recibió este verano, en plena competición, un regalo de cumpleaños inolvidable. Eran las últimas zapatillas que Tommie Smith usó para participar en una competición internacional. Un calzado con el que se adentró, puño en alto y acompañado por Carlos, en un terreno hasta entonces desconocido.
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