domingo, 24 de agosto de 2008
Gran consuelo de bronce
Y saltaron, se abrazaron y gritaron, por fin, después de un torneo difícil, en la memoria reciente "la gran cagada" de la que habló Iker Romero tras perder las semifinales, un montón de dudas, dos semanas complicadas.
Sin embargo, España presume hoy de otro bronce olímpico, el tercero en la historia de este deporte, precioso final pese a todo, también para Barrufet, que jugó el último minuto y medio de su vida en la selección y celebró la medalla como un chiquillo. Al final, tras una magnífica segunda parte de todo el equipo, España tiene su medalla tras imponerse a Croacia (29-35).
Rondaba todavía por la cabeza de los jugadores la eliminación con Islandia, "la oportunidad perdida" de la que hablaron, pero a lo que se ve la terapia de grupo funcionó en el día de reflexión. Mucho más metido en el partido que durante la semifinal, España mantuvo el tipo en el arranque, lejos de la dimisión de hace dos días. Un grupo que al fin encontró la jerarquía defensiva y que, en ataque, fue entrando en calor según avanzaba el partido.
Tardó 20 minutos, eso sí, en ponerse por delante, siempre con las dudas que genera la moral de este equipo, frágil en diversas demostraciones previas. Sin embargo, Croacia, un grupo igual de ciclotímico que España, fue decayendo según pasaban los minutos. Oscurecido Balic, más preocupado de discutir con su entrenador que de lo que pasaba en el campo, la aportación de Duvnjak, un central jovencito con una pinta estupenda, era suficiente para mantener el partido igualado.
Fue en la segunda parte cuando España despegó, agarrada por fin a la mejor versión de Iker Romero y Alberto Entrerríos, perfectos en la dirección y en la ejecución, dos bombarderos con los que el equipo de Pastor arrancó un 3-0 de parcial en los dos primeros minutos, se puso por delante (15-14, minuto 32) y ya no abandonaría ese lugar hasta el final del partido. Al contrario, el margen fue aumentando según avanzaba el partido hacia el final. Diferencias de dos goles (min. 42), de tres (min. 46), de cuatro (min. 49) y hasta cinco (min. 52). Barrufet, en el banquillo, era el primer estimulador de sus compañeros, pese a que sólo salió para intentar detener un penalti, intento finalmente fallido.
No participó porque José Javier Hombrados se hizo enorme en la portería. Cada parada suya era un contraataque, ejercicio recuperado por fin en la selección, que apenas pudo correr durante todo el torneo. Juanín García se destapó a esa hora, ayudado por Romero (seis goles uno y cinco otro), completando el magnífico partido de Prieto (seis goles) para devolver la sonrisa a una selección que siempre caminó con muchas dudas.
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