sábado, 26 de julio de 2008
BEN JOHNSON VE A GAY FAVORITO EN PEKÍN
No lo dudó mucho y prácticamente de inmediato dio su valiosa respuesta: “Tyson Gay”.
Habla Ben Johnson, quizás tristemente célebre campeón olímpico de los 100 metros en los juegos de Seúl, hace 16 años, cuando se vio envuelto en una prueba de dopaje positivo que le costó ser despojado del título del humano más rápido, en aquel entonces, con su marca de 9.79 segundos.
El fugaz monarca olímpico se refirió así a la pregunta sobre quién podrá ganar el hectómetro el mes entrante en China.
Johnson estuvo aquí el fin de semana pasado en ocasión de los campeonatos Nortecentroamericanos y del Caribe de Pista y Campo, donde uno de sus ex pupilos, el canadiense Gavin Smullie, participó en busca de un lugar para los iniminentes juegos de Pekín en la prueba de los 200 metros. Sin embargo, sus deseos se vieron truncos debido a una lesión en el glúteo que le impidió culminar la carrera final.
“Fue falta de oxígenación en el músculo”, dictaminó Johnson, en un principio reacio a hablar con la prensa que, desde luego, quería saber su opinión sobre el fantasma del dopaje que flagela al deporte en general, pero en forma muy particular al atletismo, lo que ha ocasionado la pérdida de la confianza del público en las marcas alcanzadas hoy día.
Ataviado con un saco azul , pantalón negro y camisa esport amarilla, el ex atleta accedió más tarde a charlar con La Jornada On Line con la condición de no tocar el tema de su descalificación en 1992 a causa del uso de nandrolona, sustancia considerada como auxiliar en el desempeño fìsico.
El ex velocista, que en otras entrevistas por televisión, ya sea en Canadá –su país adoptivo, pues él nació en Falmouth, Jamaica, hace 46 años- Estados Unidos o Inglaterra, ha manifestado que el uso del doping en el atletismo es una costumbre bastante extendida, sin mencionar nombres, y que casi todos los recordistas recurren a él.
Hoy Johnson, quien se dedica a entrenar jóvenes en la York University de Toronto, apela más al sentido de sacrificio que implica llegar a la cumbre olímpica, como los pesados entrenamientos desglosados en cinco o seis horas diarias tanto en la pista o en el gimnasio.
“Muy pocos atletas quieren entrenar fuerte; creo que así piensan los jóvenes”, señala este hombre que ha ganado kilos pero no pierde su facial apariencia juvenil.
Sobre su pronóstico para la prueba china de los 100 metros expresa que se inclina por el estadunidense Gay por sobre otros meteoros de la pista pues está acostumbrado a las cuatro etapas del programa olímpico: las eliminatorias, los cuartos, la semifinal y la gran final. “Los otros velocistas, como por ejemplo los jamaiquinos, corren una vez y se les acaba el gas”, ejemplificó.
Sin embargo para los relevos, los dos, el corto y el largo, su marca favorita es la cuarteta de su isla natal pues, aclara, no se tiene que pasar por tantas clasificaciones.
Luego de su separación del atletismo competitivo, Johnson ha enfocado sus conocimientos a ser el entrenador personal de gente famosa como el caso de Diego Armando Maradona, el crack argentino y a otros de menos renombre que se dedican al basquetbol o al tenis.
La presencia de Johnson en tierras mexicanas obedece también a que próximamente saldrá su libro, Soul to soul (título tentativo), y tratará sobre temas de motivación, entre los que mezclará algunos episodios de su vida.
Renuente a tocar el tema del deporte en sí, Johnson llega a decir que su explosividad al momento de salir disparado de los bloques de salida fue su punto fuerte en la consecución de sus marcas de asombro y en sus enfrentamientos con el llamado Hijo del viento, el estadounidense Carl Lewis, y que ahora se depende mucho de la tecnología, como zapatos, uniformes.
Afirmó que los principios del entrenamiento no han variado mucho, aunque muchos entrenadores luego no pueden manejar bien la parte intermedia de la temporada de competencia. Puedes marcar un 9.7, por decir algo, al princio de mayo o al final de agosto, “pero te la pasas en blanco junio y julio”, concluyó.
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