lunes, 18 de agosto de 2008

¿Es tan grande como Armstrong, Jordan y Woods?


En Estados Unidos ya se discute sobre si Michael Phelps, felicitado ayer telefónicamente por el presidente, George W. Bush -"el país está orgulloso de ti"-, es más o menos grandioso que Michael Jordan, Tiger Woods o Lance Armstrong. Los distintos medios se rindieron a su gesta. The New York Times tituló: "Phelps termina su épico reto con la perfección". Los Angeles Times, con la foto del nadador abrazado a su madre y a sus hermanas, fue simplemente informativo: "Phelps logra su récord de ocho medallas de oro en Beijing". The Washington Post fue más allá: "Phelps gana su octava medalla de oro. Un final hecho a su medida". USA Today matizó: "Phelps queda el único con ocho oros". Y en otro titular añadió: "Ocho es suficiente: Phelps logra el récord olímpico". En otros periódicos, el rosario de halagos fue abrumador: "Modelo Oro", "Octava maravilla", "Epopeya olímpica de Phelps", "Gloria"...

Incluso en la noche del sábado, el prime time en televisión fue sólo para él. Las primeras cuatro finales por aparatos de gimnasia empezaban a primera hora de la mañana del domingo en Estados Unidos y no fueron competencia esta vez. Se congelaron, como se suele hacer, hasta el siguiente prime time y se anunciaron decenas de veces. Gervasio Deferr ganó su plata en diferido, once horas después. El mundo sigue adelante, pero los dueños de las imágenes olímpicas las retienen sin dar el más mínimo avance de lo que ya ha sucedido en la realidad. Con Phelps no lo han hecho, pero también le han ninguneado en algunos momentos al cortar sus directos sin dejar saborear la profundidad de su hazaña.

Pero hay casos mucho peores. El atletismo, por ejemplo, asombrosamente maltratado en la primera potencia mundial. En su propia casa. Salvo los maratones, todo es enlatado. La particular programación de la NBC, sólo tras dedicar toda su atención a la culminación de la hazaña de Phelps y a las platas de Dara Torres, puso el sábado como postre el atletismo. Semifinales y final de los 100 metros. En pasado. En los anuncios, Tyson Gay aún tenía posibilidades de ganar. Usain Bolt bajó por primera vez de los 9,70s en las pantallas estadounidenses 14 horas después de hacerlo en vivo. Todo un récord.

Los Juegos viven de lo que paga la cadena estadounidense y para ella el patriotismo, o sus intereses, están por encima de la realidad. Las audiencias también mandan, pero, según todo lo que sucede, es un asombro la forma en que se hurtan al espectador normal las pruebas en directo. Es la manipulación del monopolio.

Estados Unidos es demasiado grande y especial. Unas 15.000 personas presenciaron en Baltimore, la ciudad de Phelps, el final de su gesta. Pero no fue una cita exclusiva, sino en el estadio de los Ravens, el equipo de fútbol americano, que perdió, 23-15, con los Vikings de Minnesota.

A uno de los muchos partidos de la pretemporada asistieron 70.585 espectadores. Aunque el plan era concentrar a los que quisieran vivir la emoción sólo en un lateral, la realidad es que se marcharon 55.000. ¿Todos a ver a Phelps?

Aún quedaban partidos de la Liga de béisbol en juego. De la temporada oficial.

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