lunes, 11 de agosto de 2008

Dara Torres, primera nadadora en subir al podio con más de 40 años


Nunca jamás, hasta ayer, un nadador había ganado cinco medallas en cinco Juegos Olímpicos distintos. Nunca jamás, hasta ayer, había subido a un podio olímpico de natación alguien de más de 40 años. Sólo una vez, hasta ayer, una mujer había ganado medallas olímpicas con 24 años de diferencia. Ayer era el día de Dara Torres, que el pasado 15 de abril cumplió 41 años, tiene una hija y se ha casado (y divorciado) dos veces.

La californiana, aunque nacida en Jupiter (Florida), disputó la última posta de la final del relevo 4x100 metros libre, que otorgó la plata a Estados Unidos (3'34"33) y cuyo oro fue para Holanda (3'33"76), quedando el bronce para Australia (3'35"05). La primera posta 'aussie' la cubrió Cate Campbell, que con 16 años podría perfectamente ser la hija de Dara.

Torres está en el tramo final de una vida deportiva que es una verdadera montaña rusa tanto emocional como de rendimiento. Era una de las jóvenes promesas americanas de Los Angeles'84, adonde llegó con 16 años y de donde salió con un oro en 4x100 libre. Continuó compitiendo hasta Barcelona'92, tras lo cual se tomó un larguísimo respiro (se saltó Atlanta'96) de siete años que terminó en cuando los Juegos de Sydney'00 aparecieron en la lontananza. Al igual que su coetánea Jenny Thompson, las pruebas de relevos han dado lustre a una carrera poco excepcional a título individual.

Una segunda retirada, para dar a luz, dio paso a un nuevo y dilatado oasis extradeportivo que concluyó de nuevo en cuanto Pekín se acercó lo suficiente en el horizonte para despertar sus ansias competitivas, su eterna pregunta: "¿Seré capaz de hacerlo esta vez?".

Marcada por un largo rosario de lesiones de rodilla y hombro, Dara Torres tiene una personalidad proclive a caer en dependencias. Padeció bulimia nerviosa durante sus primeros dos ciclos olímpicos y hoy es esclava de una vigorexia que la mantiene pegada a los entrenamientos y al gimnasio. Por si acaso, y para despejar cualquier tipo de suspicacia, se ha prestado a un programa especial de controles antidopaje para demostrar que está limpia, donando voluntariamente muestras de todo tipo que incluso ha permitido congelar para la posteridad. Como las ocho medallas que cuelgan de su cuello

La estadounidense Katie Hoff quería ser la Phelps femenina de los JJ.OO. de Pekín, donde optaba a seis medallas de oro, pero tropezó en la primera piedra: los 400 estilos. Hoff sólo pudo ser bronce (4'31"71) en una prueba dominada por la australiana Stephanie Rice, que rebajó de manera brutal el récord del mundo, quitándole 1"67 y dejándolo en 4'29"45, mientras la plata fue para Kristy Coventry (Zimbaue), con otro marcón: 4'29"89.

Rice es la nueva 'pin up' de la natación australiana. Mide 1,76 m., es guapa y tiene una bonita sonrisa, convirtiéndose en la versión antípoda de la americana Natalie Coughlin. La prensa australiana ha seguido de cerca sus pasos puesto que hasta hace un mes ella y Eamon Sullivan, el nadador más rápido del mundo y plusmarquista mundial de los 50 m. libre, formaban una pareja explosiva. Lo dejaron justo antes de Pekín en lo qe parece ser sólo un interludio deportivo.

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