miércoles, 13 de agosto de 2008

El espectáculo se traslada a la pista





Sírvase la ensalada bien fría, en su defecto gazpacho, si acaso, no hace falta, y también algo a la plancha, carne, pescado, no mucho. Postre ligero, digestión fácil, culto imprescindible para asumir lo que anuncia El Nido, colosal, tremendo, escenario idóneo para un evento, el atletismo, en la línea de salida. La próxima madrugada (a partir de las 3.00 horas) nacen 10 días imprescindibles en estos Juegos, alimentados en su inicio por la trascendencia casi insuperable de Michael Phelps, agotado sin embargo el domingo con su, quién sabe, récord para la Historia.

Toma el relevo un deporte, el deporte, menos dependiente de un símbolo único, democratizado en su reparto de protagonismos, extendido también en el relato, inagotable por lo diverso que acontecerá. Comparece el atletismo, pues, en su cita más importante, precedido de un Mundial (Osaka, 2007) sin récords del mundo, pero con muchos amagos buscando confirmación (Vlasic, Wariner), con protagonistas incorporados durante el curso (Usain Bolt, Abubaker Kaki Khamis), peleas hermosas (100 metros lisos, 400 metros, 110 metros vallas), heroicidades por lo climatológico (el maratón y la marcha) o retos domésticos en lo que a España se refiere, ansiosa por recuperar un oro, inaccesible desde hace 16 años, desde el imborrable Fermín Cacho de Barcelona’92.

Se queja Asafa Powell: "Una cosa es que me apunte voluntario a un programa antidopaje, y otra es que deba pasar cuatro controles en cinco días". El equipo jamaicano, entero, suma 32, y este miércoles pusieron el grito en el cielo, ven cosas raras, dicen, en la actitud de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). El papel de víctima lo asume, pues, quien hoy no posee nada en la prueba más espectacular. No hay duelo, hay pelea en los 100 metros entre los tres hombres más rápidos de todos los tiempos, por orden: Usain Bolt (tierno récord mundial, 9.72, en junio), Tyson Gay (campeón del mundo) y el mismo Powell, jamaicano como Bolt, dos contra uno, lástima en un deporte que no entiende de colectivos salvo en el relevo.

Entre los tres acaparan ocho de las 10 mejores marcas del año, aunque sólo el campeón y el plusmarquista han corrido este curso por debajo de 9.8. Subiendo, subiendo, un escalón más, los 200, territorio predilecto de, otra vez, Bolt, el prodigio de Trelawny, que ha cambiado, dice, que ya no le gustan la noche ni los tragos: "Ahora sí estoy concentrado, y sé lo que quiero", afirma el prodigio que intentará el doblete, hazaña sólo en manos de Carl Lewis (Los Ángeles’84), verdadero patrón para medir la dificultad del empeño.

Más arriba, otro escalón, los 400 metros, prueba modificada en sus premisas por la irrupción de LaShawn Merritt, duro látigo para Jeremy Wariner, que amenaza: "He estado entrenando como nunca, y creo que estoy a punto para hacer el récord del mundo", casi nada, palabras mayores los 43.18 de Michael Johnson (Sevilla, 1999). Merritt derribó un año entero de victorias de su compañero en Berlín, junio, pero tiene una asignatura, la barrera de los 44 segundos, sólo superada una vez, por siete de Wariner.

Lejos de los territorios centelleantes viven pruebas como el 800, donde Kaki Khamis, el prodigio sudanés, el campeón del mundo bajo techo más joven de la historia, además reciente, en marzo, en Valencia, cuando salió el primero y llegó el primero sin mirar atrás, observa con desdén a Borzakovskiy, que defiende título y utilizó tradicionalmente maneras contrarias. Sale atrás, sigue atrás, desespera verle tan atrás y en la recta caen las piezas del dominó. El chaval contra el veterano en esa prueba que es velocidad y táctica, ejemplo de que el relevo generacional cumple sus últimas etapas, con la generación de los últimos años 80 ya al mando, también entre las chicas, donde la mayoría de las luchas, sin embargo, son contra sí mismas.

Vlasic frente a los 2,09 de Kostadinova (1989), y más solitario el de Isinbayeva, sola contra sí misma y su progresión, hoy detenida en los 5,03. Aunque menos, también hay rivalidades en versión femenina. Una, en el arranque del calendario, entre Defar y Dibaba. El atletismo de hoy es un vergel de intereses, con un desierto en el 1.500. Desde la marcha de El Guerrouj, dos campeones del mundo. Ramzi, con esa nebulosa extraña que recorre su trayectoria, casi siempre bajo sospecha, y Bernard Lagat, a punto de cumplir los 34, ya bajo bandera estadounidense defenderá su plata en Atenas, aún como keniano. "España tiene ocho opciones", apunta José María Odriozola. La mitad, incluso una menos, incluso otra menos, hasta dos, pero con un oro supondría superar el registro de Atenas. Para eso se piensa en Paquillo, que viene ya, el sábado.

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