sábado, 1 de agosto de 2009
PHELPS VUELVE A SER PHELPS
DIEGO TORRES El País.com
Michael Phelps dignificó la natación y el deporte en una carrera que se inscribirá en la historia. Puede que este deporte evolucione hacia otras formas. Puede que la gran estafa que han constituido estos Mundiales, la avalancha de récords grotescos, no conmueva las conciencias de los representantes de la Federación Internacional (FINA), y estas reuniones se conviertan en exaltaciones tecnológicas rutinarias en las que los nadadores se convierten en meros instrumentos de la maquinaria industrial. Sea como fuere, Phelps inscribió un sello perdurable. Lo hizo con un bañador denostado, el Speedo, que los atletas ya no quieren pero que él se señaló tras la victoria. Lo hizo batiendo el récord mundial, rebajando por primera vez la línea psicológica de los 50 segundos (49,82s), y derrotando a su retador, Milorad Cavic, un histrión tan oportunista y provocador, tan insolente como necesario. Phelps lo necesitó más que nadie. "Las declaraciones [de Cavic] me queman por dentro", dijo. "Yo amo la competencia. Amo correr carreras. Amo esta carrera porque me hace sentir como ninguna otra. Los 100 mariposa son la carrera más cool".
El chico de Baltimore, que ya tiene 24 años, tenía mucho que perder en Roma. En los Juegos Olímpicos de Pekín el verano pasado se había convertido sin lugar a dudas en el mejor nadador de la historia. En la capital italiana usaba un bañador permeable que, de salida, lo situaba varias décimas por detrás de sus competidores embutidos en monos de goma. Se había pasado seis meses sin entrenarse después de los Juegos y no estaba en su mejor punto de forma. Además, las grandes corporaciones, sus clientes publicitarios, lo miraban con recelo tras la publicación de una foto en la que se le veía con una pipa de marihuana en una fiesta universitaria.
En este escenario adverso había que tener una motivación irracional para tirarse a una piscina a nadar los 100 metros mariposa contra dos tipos que amenazaban con bajar de 50 segundos. Uno era Cavic, el serbio, que tenía el récord del mundo con 50,01s. El otro era el español Rafael Muñoz, plusmarquista mundial de 50 mariposa. Dos balas enfundadas en material deslizante. Dos desafíos monumentales.
Rafa salió de la cámara de salidas y se quedó perplejo mirando el espectáculo que ofrecían Cavic y Phelps en su ritual duelístico. El cordobés se quedó tan fascinado que tal vez ganó el bronce por eso. Su táctica consistió en unirse a Cavic y nadar los primeros 50 a toda mecha para dejar a Phelps demasiado lejos en el viraje. "He salido bastante bien y he cogido a Cavic. Pero él ha hecho un viraje bastante rápido y me ha adelantado", recordó más tarde el español. "Tendría que haber pasado con él. Luego a la vuelta, en los últimos 25, he levantado el freno de mano y he quemado todo el combustible que me quedaba".
Rafa nadó bien. Llegó a la primera pared en segunda posición, por detrás del serbio y por delante del americano. Hizo 23,24s. Cavic hizo 22,69s. Phelps pasó el último con 23,36. Su entrenador, Bob Bowman, estaba tan nervioso que no miró la carrera. Sólo el panel que anunciaba el parcial. "Cuando vi que hacía 23,36 supe que ganaría", dijo; "ha sido su parcial más rápido".
Cavic se asombró: "No creí que Phelps me seguiría tan de cerca en los primeros 50. Cuando hicimos el viraje supe que el final sería apretadísimo. Tal vez gasté demasiada energía en la salida". La última piscina fue un calco de la final de Pekín. Una persecución maravillosa. Phelps, el depredador, en vuelo rasante tras las codornices. Primero pasó a Rafa. En los últimos 10 metros se ocupó del serbio. Lo superó en la última brazada, como en la capital china. Calculó mejor las brazadas. Optimizó su energía. Tenía la carrera en la cabeza antes de nadarla.
"Él se ha reservado energía en la semifinal y en las series", ponderó Rafa. "Siempre se guarda un as en la manga. Ha sido la carrera más rápida de la historia. Hemos nadado a dos metros por segundo. Ellos dos han conseguido bajar de 50s. ¡Un pecado! Cuando hemos terminado me le he acercado y me he dicho: 'Si le llamo Mike pensará que me dirijo a Mike Cavic. Así que le dije: '¡Phelps! ¡Good race!". "Yo lo miro", decía Rafa; "y tiene la misma estatura que yo, la misma espalda, hace los gestos idénticos a mí... ¡pero él es Michael Phelps!".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario