sábado, 22 de agosto de 2009

"Una vez soñé que saltaba 10 metros"


CARLOS ARRIBAS

Después de que una lesión en la rodilla izquierda comprometiera el final de su pasada temporada, el actual campeón olímpico y mundial de salto de longitud, Irving Saladino (Colón, Panamá; 1983) superó el estrés postraumático, postolímpico, alargando sus vacaciones en su país hasta diciembre. Después, poco a poco, ha comenzado a acelerar su maquinaria, ha comenzado el año acumulando volumen. Como es su costumbre, se entrenó en Madrid la pasada primavera con el grupo de saltadores que, como una troupe artística en furgoneta, se mueve liderado por el técnico brasileño Nélio Moura y volvió en julio, hasta la víspera de Berlín, cuidando una osteopatía de pubis que le tuvo sin competir desde el 10 de ese mes y preparando los Mundiales, la final de hoy (La 2, 18.05), en la que protagonizará un duelo, inesperado hace un año, con el estadounidense Dwight Phillips, campeón olímpico en 2004 y mundial en 2003 y 2005, resucitado de entre las lesiones y autor de la mejor marca del año, 8,74 metros, distancia con la que derrotó a Saladino (8,63 metros) en junio en la reunión de Eugene (Estados Unidos). Un duelo a la memoria del que hace 73 años, en el mismo lugar, bajo el bigote furioso de Hitler, disputaron Jesse Owens, el negro nieto de esclavos de Alabama, y el ario Luz Long, que ayudó al rival a saltar mejor. "Perdí el oro, pero gané un amigo", dijo años después, la víspera de morir en el frente, el soldado Long, el hombre al que nunca perdonó el Führer.

Pregunta. ¿Cómo ha ido la clasificación?

Respuesta. Ha sido un día como esperaba. Un primer salto flojo. Me confié y lo hice todo lento. Relax. Pensé que iba a salir todo fácil. Mi entrenador me había dicho que no mostrara mucho, que no había que mostrar nada en la clasificación, que hay que mostrarlo en la final del sábado [hoy], y salieron 8 metros. Luego, me dijo que en el segundo le imprimiera un poco de fuerza. Eso fue lo que hice: 8,16. Ahora, lo que hay que mostrar hay que mostrarlo el sábado.

P. ¿Ya no siente molestias en el pubis?

R. No, ninguna molestia. Estoy al ciento por ciento y, Dios primero, va a salir lo que tengo previsto.

P. ¿Derrotar a Phillips, que le ha ganado en los dos últimos enfrentamientos?

R. No estoy preocupado por ningún competidor. Ahorita, mi mente está en mejorar mi marca personal y obtener el oro.

P. ¿Puede Phillips empujarle más allá de su marca?

R. Si me empuja, bienvenido sea. Pero no estoy concentrado en otro competidor. Estoy concentrado en mí mismo.

P. ¿Los 8,44 metros del norteamericano a la primera no le impresionaron?

R. No, no me enteré. No presté atención a nada. Sólo estaba pensando en clasificarme.

P. ¿A un campeón no le cuesta más que otros años empezar a trabajar en el invierno postolímpico?

R. No, no... Lo mismo que otros años. Hay unos Mundiales, una competencia importante en la que defiendo el título...

P. Pero, en teoría, repetir un logro no debe de motivar tanto como lograrlo por primera vez.

R. Es la misma porque defender un título es también algo grande. Algo que un atleta debe y tiene que hacer. Tiene la misma importancia que ganarlo por primera vez.

P. ¿Siente también la necesidad de recuperar el nivel de marcas

[la mejor suya, 8,73 metros, la consiguió en mayo de 2008] que tuvo antes de la lesión de rodilla?

R. Bueno, no salté todo lo que quería, pero, como yo digo siempre, una Copa del Mundo de fútbol se gana por 1-0. Así que aquella marca que obtuve en Pekín bastó para ganar la medalla de oro. Me siento contento por eso.

P. Usted ha conseguido en muy poco tiempo, en dos años, el doblete Mundiales-Juegos que a otros grandes, como Pedroso o Lewis, les costó mucho más y que algunos, como Mike Powell, nunca lograron. ¿Tiene ya en la cabeza la necesidad de ir a por el récord mundial, a por los 8,95 metros de Powell?

R. No voy a decir que no. Todo atleta quiere romper un récord mundial. Lo tengo en la cabeza porque es lo único que me falta ahorita. Tengo un oro mundial, otro olímpico... Sólo me falta el récord mundial para sentirme bien y poder decir que he conseguido todos los objetivos a los que un atleta puede aspirar.

P. ¿Puede ser 2009 el año del récord?

R. No sé... Pero espero que lo sea. Me estoy preparando fuertemente para obtenerlo. Así que, si Dios quiere y todo sale bien, se puede lograr ese récord.

P. Dice Powell que, mientras haya saltadores de 8,50 y 8,60 metros, el récord siempre está en peligro. Cualquier día pueden dar el salto. Y, de hecho, la historia del récord, con muy pocos saltadores y grandes mordiscos a la manzana..., con Owens, Boston, Beamon, Powell..., así parece corroborarlo.

R. Por lo que me ha dicho mi entrenador, el salto sale sólo una vez en la vida. No es como las carreras, en las que un atleta rápido puede correr mañana igual o mejor. El salto de longitud es una cuestión de tiempo y ambiente. Si el clima no está con usted ni el cuerpo de usted se siente bien relajado, usted no logra nada. Pero, si el viento está favorable [1,90 metros por segundo], la pista es buena y usted se siente bien físicamente, se puede lograr eso. Si no, es bastante difícil.

P. Y así llevamos casi 18 años, esperando el momento en que todo se conjunte para borrar a Powell.

R. Powell es, para mí, una persona increíble, aparte de Iván Pedroso. Sus 8,95 metros son una marca que admiro y, hay que decirlo, bastante difícil, pero siempre va a salir alguien que la bata... Puede ser en uno o en 100 años, pero siempre saldrá. Así que le digo a Mike que anime, que incentive, a la persona que vea que lo puede batir, que ojalá sea yo.

P. ¿Tiene ya el potencial para hacerlo?

R. En Hengelo [mayo de 2008, donde logró su mejor marca: 8,73 metros] tuve un nulo de 9 metros. No volví a saltar más ese día, pero me di cuenta de que era posible, de que yo podía hacerlo. Por eso está en mi cabeza intentar saltarlos cada vez que compita.

P. ¿Qué sintió en el vuelo de aquellos 9 metros nulos? ¿Creía que volaba?

R. Aquella vez, créame, la distancia me dio un poco de miedo. Nunca había volado a 9 metros... Me sentía que no iba a caer nunca... Y en eso estamos trabajando ahora. Salto sobre el foso desde cajones elevados, con lo que logro más tiempo de demora en la fase aérea. Todo lo que trabajamos está pensado en eso.

P. Hablar de presión con usted no parece tener sentido, parece...

R. Yo no tengo presión. Siempre compito relajado. Soy una persona relajada. No me afecta lo que esperen de mí. Para mí, lo importante es mejorar centímetro a centímetro mi marca, que es lo que mi entrenador propone.

P. ¿Se ve en sueños como el primer hombre que saltará oficialmente 9 metros? ¿Le da vértigo?

R. Una vez soñé que salté 10 metros en París. Fue soñando. Los competidores estaban saltando todos 9, 9, 9... Y yo, 10. Cuando me levanté por la mañana, estaba muerto de risa. ¡Diablos, 10 metros! ¡Y yo! Eso sí que creo que nadie lo va a hacer: 10 metros. La fuerza de la gravedad tendría que estar no sé dónde. Hasta los 10 metros no, pero creo que un cuerpo humano puede viajar hasta los 9,30 más o menos.

P. ¿Usted? ¿Dónde está su límite?

R. No sé, no sé... Eso tendría que probarlo el día que saltase los 9.

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