sábado, 16 de agosto de 2008

Cómo se fabrica un campeón


Sería injusto negar el mérito que le corresponde a Bob Bowman en el éxito de Michael Phelps. El técnico del prodigio siempre ha encontrado la fórmula para 'picar' a su campeón, para mantener su motivación al nivel máximo a pesar de la infinidad de medallas que ya cuelgan de su cuello -15 olímpicas y 20 mundiales- desde el año 2003.


Al contrario que la francesa Laure Manaudou, otra niña prodigio de la natación, hoy en plena fase de autodestrucción tras romper en 2007 con el entrenador que le condujo al título olímpico en Atenas, Phelps no concibe su carrera sin Bowman. "Le seguiría a Siberia", afirmó el ya mejor nadador de la historia. No debió marcharse tan lejos, pero tras los seis oros y dos bronces obtenidos en Atenas, el 'fenómeno' de Baltimore hizo las maletas y se marchó a Michigan, donde Bowman inició su nuevo trabajo como seleccionador universitario.


El error de Cavic

Antes de la final de los 100 m. mariposa, la que debía situarle, como así fue finalmente, a la altura de Mark Spitz Bowman estudió las actuaciones de sus rivales en las series preliminares y tras los resultados se olvidó de Ian Crocker, el plusmarquista mundial, y se centró en el serbio Milorad Cavic, el mejor en las semifinales. Y Bowman, ávido lector, encontró en una de las declaraciones del balcánico la manera de estimular a su chico. "Para el deporte, en general, sería bueno que Phelps perdiera", dijo sin mala intención Cavic antes de la final.

El técnico imprimió la cita y la llevó a su habitación unas cuantas horas antes de la carrera. "Bob [Bowman] me enseñó lo que dijo Cavic y le respondí: 'De acuerdo, dejemos que sea la piscina la que hable. Es lo que siempre hago", explicó Phelps."Siempre me gusta leer este tipo de comentarios, son lo que más me motiva".


Una relación muy cercana

Bowman, además, ha sabido manejar con maestría una personalidad nada sencilla, muy competidora pero dispersa, con un diagnosticado problema de concentración que le obligó a tomar durante un tiempo unas pastillas de anfetamina. Pronto las arrojó a la papelera, sin ayuda de nadie, convencido de que con fuerza de voluntad superaría el problema. Hizo bien. Otro reconocido atleta estadounidense con su misma afección, el velocista Justin Gatlin, siguió consumiéndolas hasta que le sorprendió el primer positivo de su carrera, aún en su etapa júnior.

Ante todo esto se encontró Bowman cuando lo descubrió con 11 años. Para entonces, sus padres ya se habían separado. Phelps, más cercano a su madre –al borde del infarto estos días en la piscina de Pekín-, encontró en Bowman algo parecido a una figura paterna. "Tenemos un trato muy cercano", afirma, "y claro, sabemos todo el uno del otro. Nuestra relación es complicada pero muy especial. Aunque tenemos claro que en la piscina somos hombres de negocios". "A veces es complicado, pero nuestro vínculo se basa en la amistad", confirma Phelps.


'Forzar hasta la extenuación y luego exigirle un poco más'

Tras unas cuantas rabietas iniciales del adolescente por la extrema dureza de los entrenamientos, el nadador comprobó pronto que no existía otra vía para el éxito. Hoy no sólo acepta sino que comparte y cumple a rajatabla la táctica de su entrenador: "Forzarle al máximo, hasta la extenuación. Y después, exigirle un poco más".

En los JJOO de Pekín, tras comprobar en los Mundiales de Melbourne 2007 que el objetivo de los ocho oros quedaba cerca, la presión aumentó. Y a pesar de todo eso, de su talento natural, su sacrificio, su increíble técnica y, hoy sí, su capacidad de concentración, rondó el 'fracaso' en los 100 m. mariposa. "Por eso trabajamos tanto todo eso", dice Bowman. "Después de los 200 m. estilos (sexto oro), su cara reflejaba el cansancio".


'No soporta perder'

El entrenamiento da sus frutos, pero Bowman es consciente de que el verdadero secreto se encuentra en la personalidad de su 'purasangre'. "No soporta perder. Lo que realmente me sorprende es lo competitivo que es. Ya sea jugando a la videoconsola o dentro de la piscina".

Tras los Juegos, Bowman y Phelps, Phelps y Bowman, después de lograr el octavo oro con el equipo de relevos 4x200 libre (domingo 17), regresarán a Baltimore para, como asegura Phelps, buscar objetivos para los próximos cuatro años. Su meta no es seguir haciéndose ricos. Para eso "habríamos elegido otro deporte", asegura Phelps. "Mi meta es cambiar la natación para siempre, despertar en los estadounidenses, sobre todo en los niños, el interés por este deporte".

Y que nadie se confunda. El deportista con más medallas de oro en unos JJOO no es un robot ni como tal se comporta. Siente y padece como el resto de los mortales: "Vivo en un sueño. A veces me pellizco para convencerme de que todo esto está sucediendo. Y me hace feliz saber que esto es el mundo real".

No hay comentarios: