domingo, 3 de agosto de 2008

El dopaje inició su juego


Los Juegos no han comenzado aún, pero el dopaje ya llegó a Pekín para una nueva edición de la historia sin fin.

"Esto es como el juego del gato y el ratón, aunque por primera vez el gato está al mismo nivel que el ratón", cree Patrick Schamasch, jefe de la comisión médica del COI. "Y confío en que el gato esté esperando por el ratón delante de su escondite".

Más allá de la simpática imagen, el doping no es ningún juego en el deporte, cuya credibilidad sufre golpes una y otra vez. Una reciente encuesta del diario USA Today reveló que, cada vez que el atletismo produce un récord mundial, un tercio de los estadounidenses sospecha que se debió a la utilización de sustancias prohibidas.

"No me sorprende", admitió John Fahey, jefe de la Agencia Mundial Antidoping, que tiene previstos 4.500 controles de sangre y orina, 25% más que en Atenas 2004.

"Gracias a Marion Jones y a los jugadores de beisbol identificados en el informe Mitchell hay un ambiente de mucha desconfianza", reconoció Travis Tygart, máximo responsable de la Agencia Antidoping de Estados Unidos (Usada).

Pero no es sólo Jones la culpable, porque en los últimos días una sucesión de positivos y suspensiones empedró el camino hacia los Juegos, que se inauguran el próximo viernes.

El caso más espectacular fue el de las siete atletas rusas suspendidas el jueves. La Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) las acusa de haber sustituido su orina en las pruebas antidoping.

Entre las sancionadas figuran Yelena Soboleva, dueña de las mejores marcas del año en los 800 y los 1.500 metros, así como Olga Yegorova, campeona mundial de los 5.000 metros en Edmonton 2001, escenario en el que la británica Paula Radcliffe exhibió un cartel acusándola indirectamente de "tramposa".

Rumania suspendió también a dos atletas por positivo de EPO (eritropoietina) e Italia anunció el positivo de Andrea Baldini, gran esperanza para el oro en esgrima. El peor caso fue el de la triatleta Lisa Hütthaler, quien ofreció 20.000 euros (unos 31.000 dólares) a modo de soborno para que un empleado del laboratorio que debía analizar su muestra forzara un negativo en la contraprueba.

Y aunque resulte curioso, Jacques Rogge, presidente del Comité Olímpico Internacional, dijo estar feliz con tantos positivos. "No se trata de una tendencia, sino del resultado de una estrategia de hacer la mayor cantidad posible de controles".

Aunque Rogge piense distinto, el dopaje ya gana en Pekín.

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