miércoles, 13 de agosto de 2008

El mejor olímpico de la historia


Cuando Michael Phelps saltó por primera vez a la piscina en busca de su cuarta medalla de oro en Pekín, esta vez en los 200 m. mariposa, el ‘Cubo de agua’ ya había asistido, en espacio de 18 minutos, a la destrucción de tres récords del mundo, que a la conclusión de la jornada matinal se elevaron a seis –el de los 100 m. libre, en dos ocasiones-. Con él llegó el cuarto. El estadounidense rebajó su anterior registro hasta 1:52.03. No se le vio muy satisfecho al tocar la pared, sólo había rebajado su marca seis centésimas. Su madre, en cambio, rompió a llorar una vez más. Casi no le quedan pañuelos. [Álbum] [Resultados]

Luego explicó la razón de su 'discreta' carrera. "Quería nadar en 1:51, o quizá en algo menos, pero me había entrado agua en las gafas y no sabía dónde estaba la pared. En los últimos 100 m. no veía nada. La cosa iba cada vez peor", confesó. "En estas condiciones, creo que mi tiempo no está mal".

Phelps cubrió los primeros 100 m. en 53.53, mientras que en los últimos no pudo bajar de 58.50, más lento que el parcial del segundo clasificado, el húngaro Laszlo Cseh (58.11), medalla de plata también en los 400 m. estilos, quien finalizó a más de dos segundos y medio del ‘marciano’ de Maryland, y sólo tres centésimas más rápido que mientras que el tercero, el japonés Matsuda, quien cruzó la meta con casi tres segundos de retraso.

La ausencia de rivales que le empujen en los últimos metros una prueba en la que le cuesta seguir encontrando una motivación también limita sus prestaciones. Porque, como acostumbra a decir, no es un robot. El movimiento de sus pies, en cambio, sí estimula a sus rivales. Su velocidad arrastra al resto. El tiempo de Cseh, absurdo compardo con el del norteamericano, supone un nuevo récord de Europa; el del japonés, de Asia, y el del cuarto clasificado, el neozalandés Moss Burmester, de Oceanía.


Por debajo de los siete minutos en el relevo 4x200 libre

Casi sin tiempo para recuperar el oxígeno, Phelps regresó a la piscina para nadar la primera posta del relevo estadounidense 4x200 libre. En esta ocasión, como se esperaba, la exigencia fue mucho menor que en el 4x100 libre, en el que sólo la gesta de Jason Lezak hizo posible el milagro.

Phelps estableció desde el comienzo una distancia insalvable para sus rivales y que sus compañeros Peter Vanderkaay, Ryan Lochte y Ricky Berens aumentaron metro a metro. Batieron el récord mundial, faltaría más, por un escandaloso margen de casi cinco segundos (6:58.56), bajando por primera vez de los siete minutos. Tras ellos, a casi media piscina de distancia, llegaron los rusos (plata) y los australianos (bronce) con Grant Hacket en el segundo relevo.

Las dos exhibiciones del miércoles por la mañana sitúan al superdotado de la piscina con 11 oros olímpicos, dos más que Paavo Nurmi, Larissa Latynina, Mark Spitz y Carl Lewis. Ya puede presumir de ser el olímpico con más triunfos, y quizá haya que considerarlo también el mejor deportista de todos los tiempos. 11 oros y dos bronces repartidos entre los JJOO de Atenas y los de Pekín, 13 'chapas', a cinco de las 18 de Larissa Latynina, la más premiada en la historia.

¿Cansado? Por supuesto. "Pero aún tengo reservas en el tanque, o al menos eso espero", aseguró el hombre a que aún le quedan tres pruebas, dos de ellas individuales y una por equipos. ¿Y las gafas? "Las ajusté y en el relevo no tuve problemas. Formar parte de un equipo me resulta muy divertido. Me encanta nadar con mis compañeros. Nos propusimos bajar de siete minutos y lo hemos conseguido".

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