miércoles, 13 de agosto de 2008

Sin respirar, por Sergi López


Hasta que Michael Phelps se puso a entrenarse sin aire, el rey de la propulsión subacuática era Ryan Lochte. El chico se dedicó durante años a subir las escaleras del estadio de fútbol americano de la Universidad de Florida. Hay que ser muy coordinado y fuerte para subir esas rampas empinadas y angostas una y otra vez. Tras la dosis de peldaños, su entrenador, Gregg Troy, introducía a Lochte en el agua. Sin calentamiento previo, lo mandaba a hacer 20 series de 25 yardas de patadas bajo el agua. Al ciento por ciento, con un intervalo de 45 segundos para cada serie, le quedaban unos 11 segundos para descansar. Pero valía la pena. Lochte progresó gracias a su habilidad para ir como un pez bajo el agua, aguantando sin respirar.

Una de las claves de la velocidad de Phelps es su entrenamiento en hipoxia. El trabajo hipóxico, es decir sin provisión de oxígeno, es uno de los factores que hacen de los nadadores norteamericanos los más eficaces en los virajes. Ahí está Lezak superando a Bernard en el último viraje del 4x100 o Coughlin y Coventry (es de Zimbabue, pero con residencia en América) batiendo récords. El entrenamiento en hipoxia es muy duro porque se realiza bajo el agua, pero te prepara para dar esas patadas que te impulsan como un delfín por debajo de la superficie, donde el agua ofrece menos resistencia. Esto no te sale si no lo entrenas. Y si lo entrenas mucho no sólo te ayuda a propulsarte bajo el agua. Además, te arma de recursos físicos para nadar los últimos metros de las carreras tolerando más el lactato. Ésta es una de las cualidades que han hecho de Phelps un nadador irrepetible. Va sobrado de instrumentos técnicos. Y ahora me pregunto una cosa: ¿Por qué Phelps no intenta batir el récord de los 400 metros libre? No se ha inscrito para esta carrera. Pero no tengo ninguna duda de que, si se decide a nadarla, baja de 3m 40,08s. Esta marca, que parecía de otro mundo cuando Ian Thorpe la estableció en el verano de 2002, está a su alcance. Es el récord más resistente que existe. El único que se conserva desde 2002. Al ver a Phelps nadar los 200 libre y, sobre todo, los 400 estilos, llego a la conclusión de que la joya que nos legó el australiano tiene los días contados. Siempre y cuando Phelps no resuelva abandonar el medio fondo tras los Juegos.

En 200 libre, la progresión de Phelps indica que está listo para todo. Un nadador que hace 1m 43s y al año siguiente hace 1m 42s es alguien que tiene el entrenamiento adecuado para batir el récord de 400 libre. Desde los 11 años, Phelps ha acumulado un trabajo aeróbico fabuloso. En Pekín lo está rentabilizando. Su exhibición en los 400 estilos es toda una señal. Si se ha entrenado para batir el récord del mundo en esta disciplina, está más que preparado para afrontar los míticos 400 libre.

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