lunes, 11 de agosto de 2008
'Maribel, diga quién le suministró EPO'
Caras de duelo en la delegación española ante la prensa internacional para expresar su rabia y pesar por el positivo por EPO recombinante de la ciclista Maribel Moreno. Y declaraciones de firmeza, la famosa 'tolerancia cero' en la boca de todos: el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, el presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco, el presidente de la federación afectada, Fulgencio Sánchez, y su secretario general, Eugenio Bermúdez.
La corredora hizo un trayecto de ida y vuelta Madrid-Pekin-Madrid con un control antidopaje positivo por EPO en sus escasas horas de estancia en China. La positividad fue confirmada por el Comité Internacional Olímpico a primera hora del lunes, cuando ya se había procedido al contraanálisis según indicación de la ciclista. A las nueve de la noche del domingo se abrió el frasco B.
Lissavetzky puso en condicional la confirmación del positivo, porque en contra de lo que pensaban los responsables federativos para él era imposible que se hubiera concluido el control de la muestra B en menos de 24 horas. Con el condicional en cada frase para curarse en salud, el secretario de Estado insistió en que la corredora había cometido una "irresponsabilidad que hace daño al deporte español" y, sobre todo, que aún más importante que el positivo era encontrar a quien le había suministrado la sustancia prohibida.
"Se lo digo mirándole a los ojos: diga quién le ha suministrado o vendido" la EPO. Lissavetzky tiró de legislación para recordar que una confesión que conduzca a la detención de un distribuidor de productos dopantes significa una rebaja de la mitad de la pena que se le imponga, normalmente dos años.
vamos aplicar con toda la dureza la Ley antidopaje y vamos a llegar hasta el final. No debe empañarse el excelente comportamiento que está teniendo la selección olímpica. Nos parece un hecho lamentable. A los tramposos, el cerco se les estrecha, cada vez lo tienen más difícil, y a los que están cerca no es que el cerco se les estreche, queremos que acaben en la cárcel. Queremos cazar a todos los tramposos".
Mientras los españoles defendían la limpieza de su deporte, el buen trabajo realizado e intentaban convencer al mundo de que España está en la vanguardia de la lucha contra el dopaje, que sus laboratorios están entre los mejores del mundo, que su ley es la más implacable que existe, en otro lugar de Pekín el presidente de la Unión Ciclista Internacional (UCI), Pat McQuaid, afilaba su cuchillo otra vez: "Por supuesto que es un golpe para el ciclismo. Y es una ciclista española, lo que demuestra que tenemos un problema en España. Es hora de que las autoridades españolas comiencen a hacer algo concreto. Durante años no han sido lo suficientemente duras contra el dopaje y este es el resultado de su indulgencia".
¿Indulgencia? El Gobierno español, contesta sin saberlo Lissavetzky, "ha más que duplicado su dotación en la lucha contra el dopaje, que ha pasado de tres millones de euros a siete en cuatro años". Alejandro Blanco, por su parte, subrayó el esfuerzo de las instituciones españolas en el combate contra la salud y la trampa deportivas, mientras todos a coro aseguraron que los éxitos del deporte español, "que van a seguir" no los puede manchar un hecho aislado como el positivo de Maribel Moreno.
"Nuestra confianza en los deportistas es máxima. La teníamos en los 286 que viajaron a Pekín y ahora la tenemos en los 285 que siguen en la delegación", dijo Blanco en una de sus respuestas afiladas. "No rebajamos nuestras expectativas de medalla, pero posiblemente ganaremos menos que China", le contestó a un periodista oriental.
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