viernes, 8 de agosto de 2008

PHELPS CONTRA PHELPS


.-«Cuando lo ves a él en el agua, nadar parece tan fácil», resume Mireia Belmonte al definir al hombre llamado a erigirse durante los próximos días en el deportista con más medallas de oro en la historia de los Juegos. Ocho años atrás, en las pruebas de clasificación para Sydney 2000, el evento se retransmitió en EEUU con varias horas de retraso y en una versión reducida.

El pasado junio, el mismo acontecimiento se emitió íntegro en ‘prime time’. Y todo por culpa de Michael Phelps, el ‘fenómeno’, quien ha conseguido por primera vez en la historia que las finales de natación olímpicas se disputen en horario matinal para que en su país puedan disfrutar en directo de sus hazañas.

El sábado 9 de agosto (12.30 hora en España) iniciará su maratón particular, 17 carreras en 9 días, cuatro más que Mark Spitz y casi el doble de la distancia recorrida por californiano en Múnich 1972, donde estableció el hasta hoy imposible récord de siete medallas de oro –con siete récords del mundo- en una misma edición.

A esa barrera se enfrenta por segunda vez este angelito de más de 1,90 m. y casi 90 kilos. Ahora o nunca. En Londres 2012 será ya un ‘abuelo’ de 27 años al borde de la jubilación. El chico de Baltimore asegura, a pesar del bigote evocador que luce desde su llegada a Pekín, que no piensa en el logro de su compatriota, pero la frase resulta poco creíble. El suyo es el gran reto de estos Juegos, el que mantiene en vilo al mundo entero, el que Speedo, su primer patrocinador, utiliza como gancho comercial y por ello, como ya hizo en Atenas, vuelve a ofrecerle un millón de dólares por alcanzarlo.

Aunque esta vez, sirva de pista, la firma de los bañadores revolucionarios no ha encontrado quien le asegure ese millón, algo para lo que no encontró dificultades hace cuatro años. Y las aseguradoras no suelen fallar en estos casos. Si no arriesgan, será por algo. Aunque el director técnico de la selección española de natación, Mauricio Coconi, no lo ve claro. «Yo creo que este año lo tiene más complicado que en Atenas. Algunos de sus rivales, como Ryan Lochte, exigirán que de el máximo desde el inicio», aventura.

Pero antes de emular a Spitz, Phelps se enfrenta a otro desafío, más asequible, consistente en superar los registros de Paavo Nurmi, Larissa Latynina, Carl Lewis y el propio Mark Spitz, los únicos con nueve victorias olímpicas. Cuatro triunfos le bastarían para superar la marca tras los seis obtenidos en Atenas. Estos los tiene casi asegurados con las pruebas de 200 m libre, 200 mariposa, el relevo 4x100 estilos y 400x200 libre. Otra cosa serán las pruebas individuales de estilos, en las que, como advierte Coconi, se mide al segundo mejor nadador del mundo, su amigo Lochte, quien al menos logró disparar su ácido láctico hasta niveles desconocidos para él durante los ‘trials de EEUU’.

Y peor pinta, entre otras cosas porque no depende sólo de él, tiene el relevo 4x100 libre ante una selección francesa con Alain Bernard a la cabeza. Ésta será su última prueba. Un día antes, supuestamente en el que sumará su séptimo oro, se medirá a Ian Crocker, su gran rival en los 100 mariposa, un especialista puro, al que gracias a su tremendo final ha tomado la medida en los últimos años. Pero, a pesar de la evolución de algunos de sus rivales, el pulso de Phelps no será contra ninguno de ellos sino contra sí mismo.

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