domingo, 21 de septiembre de 2008
El imparable avance de la natación
Los recientes Juegos Olímpicos de Pekín han regalado a la historia 43 récords mundiales y no pocas leyendas. La natación y el atletismo han sido los deportes más prolíficos tanto en lo que a marcas como a figuras se refiere. Treinta topes mundiales y actuaciones como las de Michael Phelps y Usain Bolt justifican esta afirmación. Para explicar esta avalancha de plusmarcas, especialmente en natación, se han esgrimido argumentos muy diversos. El nuevo bañador, las instalaciones o las nuevas tecnologías son algunos de ellos. ¿Qué es lo que ha sucedido a lo largo de este último año? ¿Por qué la natación no parece tener límites y en el atletismo se mantienen vigentes marcas de los años ochenta?
«Lo que ocurre aquí no puede ser normal desde el punto de vista estadístico», señaló el entrenador del equipo alemán de natación a la vista de los 25 récords mundiales superados en el 'Cubo del Agua'. La evolución de las marcas en 2008 es sencillamente espectacular. En los 50 metros libre masculinos, el récord de Alexander Popov establecido en el año 2000 fue superado por 5 de los 8 finalistas en Pekín y todos ellos bajaron de los 22 segundos, una gesta al alcance de muy pocos. Algo parecido puede decirse de la prueba reina, los 100 libre. En ella, los cinco primeros -incluido el ex recordman Pieter van den Hoogenband- batieron la marca establecida cuatro años antes en los Juegos de Sydney. ¿Qué decir de los siete récords de Michael Phelps y de las actuaciones de Kristy Coventry y Kozuke Kitajima?
El bañador milagroso
Los intentos de explicar esta proliferación de marcas han sido muchos y van desde la mejora de los entrenamientos a la bondad de la piscina en la que se desarrollaron las pruebas. Sin embargo, el argumento más utilizado ha sido el nuevo bañador 'LZR bodysuit' de Speedo, presente en la mayoría de estas plusmarcas. Carlos Subirana, ex director técnico de la Real Federación Española de Natación y actual entrenador de Mireia Belmonte, explica que «este bañador mejora la flotabilidad de los nadadores y permite rebajar unas centésimas, especialmente en las pruebas de velocidad». Desde el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada, Blanca de la Fuente, responsable del departamento de Biomecánica, añade a las bondades del nuevo bañador los avances tecnológicos que poco a poco van entrando en este deporte. «Es una suma de pequeñas mejoras», afirma esta experta.
El progreso de las marcas también ha sido notable en el tartán, especialmente en las pruebas de velocidad y en algunas disciplinas femeninas de instauración reciente. Asafa Powell y Usain Bolt han revolucionado los 100 metros lisos, limando 10 centésimas el tope que Maurice Greene estableciera en 1999. En los 200, lo imposible sucedió: los 19,32 de Michael Johnson de Atlanta 1996 cayeron ante la infinita zancada de Bolt. Yelena Isinbayeva lleva más de veinte topes batidos en salto con pértiga y su compatriota Gulnara Samitova ya ha bajado de los nueve minutos en los 3.000 metros obstáculos.
Si se mira más allá de este 2008, llama la atención un dato que diferencia la progresión en ambas disciplinas: la plusmarca más antigua en la natación pertenece a Inge de Bruijn y data del año 2000, mientras que en el atletismo todavía menudean topes de hace dos décadas. ¿Cómo explicar esta diferencia?
Un factor evidente lo apunta Miguel Vélez, responsable nacional de salto de altura: «Lanzar, correr y saltar son prácticas 'naturales', pero nadar es una actividad que se realiza en un medio extraño para el ser humano». La progresiva adaptación a un entorno ajeno explicaría así este mayor margen de mejora de la piscina respecto del tartán. De hecho, si se analiza el progreso de las marcas desde el año 2000 en ambos deportes, el porcentaje de avance supera en casi todos los casos el 1,5% (los mayores progresos los ha logrado Michael Phelps, que alcanza, por ejemplo, el 3,3% en los 200 metros estilos al rebajar la 'vieja' marca de Jani Sievinen en casi cuatro segundos), mientras que el fabuloso récord de Usain Bolt en los 100 metros se queda en el 1,02%. La excepción, fácilmente explicable por lo reciente de su práctica, es el caso de la pértiga femenina, que registra un avance del 8,3% (de los 4,61 de Stacy Dragila en 2000 a los actuales 5,05 de Isinbayeva). Históricamente, también ha sido así: desde que se instauraron los campeonatos mundiales en 1973, sólo en una ocasión (Perth, 1998) no se ha batido ninguna plusmarca. Más habituales son los 10 récords de Roma 1994, los 14 de Barcelona 2003 o los 15 de Melbourne 2007. Frente a ello, en las once ocasiones que se han disputado el campeonato mundial de atletismo, sólo en cinco se ha batido alguna marca y el máximo ha sido de tres récords en el mismo evento.
Sospechas de dopaje
La tecnología también puede tener su papel en esta diferencia. «Los avances tardan más en llegar a la piscina porque lo que resulta fácil aplicar en un medio como el aire, es mucho más complicado hacerlo en el agua. Grabación del nado submarino, células fotoeléctricas... son ejemplos de ello». Y, por supuesto, la influencia ya mencionada del bañador y de las modernísimas instalaciones donde se alojan las piscinas. La pileta del 'Cubo del Agua' ha sido muy elogiada por sus excelentes características, como ya lo fueron la de Sydney 2000 o Barcelona 2003. Las mejoras de este tipo en el atletismo no tienen tanta importancia y son las condiciones atmosféricas -presencia o no de viento, lluvia o calor- las que determinan la consecución de un tope mundial.
Un último factor diferenciador a analizar es el dopaje. Los datos son muy claros: apenas si se dan positivos entre los nadadores (en 2004 y 2007, sólo 9, pero en 2006 ni uno solo) y rara vez aparecen involucradas las grandes figuras. Las sospechas han sido muchas; los positivos, pocos. Han sido precisamente los propios nadadores los encargados de hacer saltar la voz de alarma. Alexander Popov acusó a sus rivales de dopaje poco antes de los Juegos de Sydney 2000, y Filipo Magnini, doble campeón mundial de los 100 metros libres que se quedó fuera de la final en Pekín, dijo con ironía «que Alain Bernard -el a la postre campeón olímpico y que ha sufrido una espectacular transformación física en poco más de un año- había dado con la 'vitamina' adecuada». Jon Iriberri, responsable del Centro de Tecnificación de Fadura, explica esta situación porque «la Federación Internacional de Natación no se prodiga en la lucha contra el dopaje y los controles por sorpresa brillan por su ausencia». Y la inexistencia de positivos no garantiza la limpieza del deporte, «porque -afirma Blanca de la Fuente- la Ley va por detrás de la trampa». En el atletismo, por el contrario, los casos 'positivos' han sido más frecuentes y, sobre todo, más sonados. Marion Jones, Tim Montgomery, Justin Gatlin o las mediofondistas rusas son ejemplos de ello. En muchos casos, además, habían utilizado sustancias indetectables con los sistemas de control actuales.
Adaptación a un medio extraño, los avances tecnológicos en la indumentaria y unas instalaciones cada vez más 'rápidas' explicarían en conjunto la imparable mejora de la natación frente a las dificultades de los atletas para rebajar sus marcas. «Batir un récord no es tan simple como ponerse un determinado bañador», concluyen unánimemente los expertos.
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