Con la victoria de Pamela Jelimo en la Golden League, la corredora keniana ha reunido los méritos suficientes como para ser nombrada la mejor atleta del año, por delante incluso de Yelena Isinbayeva, que viene siendo la atleta 10 por excelencia. Pues Jelimo ahora también lo es. Con 19 años ha hecho una temporada excepcional sobre una distancia terriblemente exigente: los 800 metros. Once carreras, once victorias, con cuatro récords mundiales júnior y otros tantos de África. Ocho de las diez carreras más rápidas del año han sido suyas; las otras dos pertenecen a la rusa Yelena Soboleva, a quien su propia Federación no dejó competir en los Juegos Olímpicos de Pekín por sospechas de dopaje.
Isinbayeva también acaba el año invicta, pero sólo ha realizado seis competiciones y sus seis marcas no son las mejores del año. Dos saltos de la estadounidense Stuczynski se intercalan entre ellos. Es cierto que mientras Isinbayeva ha superado por enésima vez el récord mundial, Jelimo aún no, pero mientras la rusa compite contra sus propias marcas, la keniana lo hace contra los registros estratosféricos de Kratochvilova y Olizarenko de comienzos de los años ochenta, cuando el dopaje vivió uno de sus periodos más oscuros y siniestros. Jelimo nos trae ahora la frescura y el talento natural. Por eso, por quedar invicta en la Golden League, más haber ganado otras cinco carreras, más el título olímpico, Jelimo es justa candidata a atleta del año
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