jueves, 4 de septiembre de 2008
¿Tiene el dopaje sus propios 'paraísos'?
Cuando Estados Unidos estornuda, Europa se resfría, dice una frase hecha cuando de economía se trata. Pues algo así ha debido pasar con el tema del dopaje en los pasados Juegos Olímpicos. La verdad es que da pena recuperar la cita olímpica para tratar estos asuntos, pero es lo que hay. En Estados Unidos, al parecer, se han sentido humillados por la soberana paliza que los velocistas jamaicanos propinaron a sus atletas, y les ha faltado el tiempo a los medios para hablar de los sospechosos paquetes que llegaron a casa de los vallistas carbieños Delloreen Ennis-London y Adrian Findlay.
Pues en estas estábamos cuando han saltado a la palestra dos positivos de medallistas en martillo bielorrusos. Vadim Devyatovsky (plata) e Ivan Tikhan (bronce), dieron positivo por testosterona durante los Juegos según la agencia de noticias rusa ‘Allsport’. Devyatovsky, como ya sucedió con la ucraniana Lyudmila Blonska, podría ser sancionado a perpetuidad al ser reincidente.
La pregunta es obvia ¿compiten todos los países en condiciones de igualdad? La respuesta es, lamentablemente, no. Cuando leí las declaraciones del alemán Tobías Unger respecto al triunfo de Bolt poniendo en duda los controles antidopaje en Jamaica, me sonó a berrinche. Ahora, el positivo de los bielorrusos, amplía las interpretaciones.
Afortunadamente los controles de dopaje en competiciones internacionales son los mismos para todos los corredores pero ¿y los internos? Sin querer atacar a las federaciones nacionales, sí que parece que las exigencias varían mucho de un país a otro. La Agencia Mundial Antidopaje continúa trabajando para extender su sistema, pero al parecer no siempre funciona bien.
Hay, digamos, países de primera, y países de segunda, paraísos fiscales del dopaje. Sistemas deportivos menos desarrollados que, por medios, por economía o simplemente por que no les interesa, limitan extraordinariamente esos análisis. Quizá el número de positivos sea el mismo en todos los estados, pero la ‘purga’ interna es bien diferente.
El tema de tomar sustancias prohibidas es muy personal. Nadie es obligado –al menos que se sepa– a meterse un chute de EPO o a tomar esteroides, pero si las federaciones o los Comités Olímpicos cierran los ojos, la lacra del dopaje seguirá prolongándose en el tiempo y, lo que es peor, la idea de que en determinadas zonas la permisividad es mayor, acabará generalizando la idea de que todos los deportistas que compiten bajo esa bandera son igual de tramposos.
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