martes, 23 de agosto de 2011

ALESSANDRA REGRESA A ORIENTE



JUAN L. CUDEIRO El País.com

Después de tanto esfuerzo, de tanta dedicación y privaciones, de recorrer 170 kilómetros a la semana con el único motor de sus piernas, Alessandra Aguilar Morán busca sin mucho éxito una explicación a su adicción: "No sé que tiene la maratón, pero engancha". Fondista especializada en el 5.000 metros y las pruebas campo a través, entendió hace tres años, a los 30, que debía de dar el paso. El día 27 será la única española presente en la maratón del Mundial de atletismo de Daegu, en Corea del Sur.
Aguilar vuelve a Oriente. Allí estuvo en los Juegos Olímpicos de Pekín, hace tres años, una experiencia agridulce, teñida de sufrimiento, pero de la que rescató una convicción. "Lo pasé fatal en carrera, pero nada más llegar al final ya estaba pensando en correr otra. Fue entonces cuando me dije sin dudar: soy maratoniana", recuerda de aquella experiencia. A aquella cita llegó tras una sorprendente eclosión meses antes en Rotterdam donde debutó en la distancia y bajó en tres minutos la mínima exigida para ser olímpica. Pero en Pekín le faltó reprís y acabó en la posición 54. "Me encontré fatal desde la salida, enseguida percibí que no iba. En un cross lo puedes camuflar, la maratón es diferente".
Pero acabó y se sintió plena y la siguiente vez que salió a competir ganó la maratón de Hamburgo, un triunfo de fuste que mostró que aunque los 42 kilómetros son un reto cainita y extremo, se trata de una meta a la que Aguilar llegó finalmenye en tiempo y hora. "En un determinado momento me di cuenta de que era mi opción para ser olímpica, pero también había llegado el tiempo de dar el salto. Se trata de una prueba dura tanto desde el punto de vista psicológico como desde el físico y no creo que sea para atletas jóvenes porque desgasta mucho y quemas etapas de manera muy rápida". A Aguilar, atleta de largo aliento, no le arreda en absoluto el esfuerzo. Le gustan las inacabables tandas de rodaje y ha logrado acostumbrarse a correr cansada, a escuchar atentamente a su cuerpo. "En carrera voy concentrada en mis sensaciones. No pienso, la mente está en blanco. Me preocupo de beber con moderación para no tener flato y tomarme los geles para alimentarme".
Con todo, al cuerpo se le escucha pero no siempre se le entiende. O más bien no se deja comprender. "A mí hasta ahora me ha pasado que cuando fui mal las sensaciones fueron malas desde el principio, pero he visto a gente que iba para hacer marca a los 40 kilómetros y que en los dos últimos, de pronto, se derrumban. La verdad es que es cierto eso de que la maratón en realidad comienza en el kilómetro 30", concluye Aguilar, que está dirigida por Antonio Serrano, exatleta que realizó el mismo trayecto del 5.000 metros a la maratón para ser el primer español en bajar de las 2 horas y 10 minutos, devenido en entrenador de referencia.
Con él trabaja para dominar los secretos de una prueba en la que la pauta indica que lo ideal es regular de inicio para completar la segunda media maratón a mayor velocidad que la primera. La maratón que corrió Alessandra Aguilar la pasada primavera en Rotterdam es el paradigma de esta estrategia. Allí empleó medio minuto menos en ese tramo final para quedarse a apenas nueve segundos de la plusmarca nacional (2 horas, 26 minutos y 51 segundos) que detenta Ana Isabel Alonso desde hace 16 años y a tan sólo dos del registro que otra lucense, María Abel, consiguió en 2002. "Sé que tengo el récord en las piernas, pero me ilusiona más lograr un buen puesto en un campeonato como el de Daegu [en Corea del Sur] o el próximo año en los Juegos Olímpicos de Londres. Los récords se baten, pero las buenas actuaciones se recuerdan durante toda la vida".
En cualquier caso Daegu no es el escenario propicio para quebrar límites temporales en las carreras. Allí llegó Alessandra Aguilar el pasado sábado tras un viaje de 30 horas en el que tuvo que embarcar en tres aviones. Se encontró con lo aguardado, demasiado calor y una alta humedad para un recorrido que se prevé además exigente en su trazado. Y, asegura, ningún parangón con Pekín. Será la primera atleta de la delegación española en entrar en acción. En Corea del Sur acabará de amanecer, en Lugo, una ciudad en la que late el atletismo y con tradición de grandes fondistas, será de madrugada. "Espero que nadie se duerma viéndome", bromea Aguilar, con la mente en blanco mientras corre, pero con la cabeza llena de planes: tras el Mundial coreano pasará unos días en Lugo, después se iré de vacaciones a Nueva York y comenzará a preparar una temporada que espera culminar con sus segundos Juegos Olímpicos. No se atreve a decir que sean los últimos.

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