viernes, 26 de agosto de 2011

EL SÍNDROME DE ASAFA



CARLOS ARRIBAS - Daegu

Antes siquiera de calzarse las zapatillas de clavos, el Usain Bolt más vulnerable que se conoce se ha quedado sin rivales. Como condenados a la desesperación, los cuatro atletas que mejor marca habían hecho esta temporada en los 100 metros han debido resignarse a no probar este fin de semana (sábado y domingo) las excelencias de la pista azul de Daegu, imponente entre las montañas, en los Mundiales, a renunciar al desafío al atleta más rápido de la historia. Ayer mismo, Asafa Powell, el chico más querido por la afición discernidora, que deseaba, guiada por la ternura y el miedo al desaliento, que aprovechara por fin un año regular del intocable Bolt, anunció que la lesión en la ingle de la que se dolía desde hace un par de semanas no era, como muchos creían, un recurso psicológico, un dolor imaginario, para quitarse de encima la tensión que atenaza a los favoritos en vísperas del Mundial -llegaba con la mejor marca mundial del año, 9,78s, una décima más rápido que Bolt-, sino un dolor físico verdadero y real. Tan vivo que le ha obligado a dar un paso atrás y ceder a Michael Frater su plaza en el equipo jamaicano.
La noticia refleja el equilibrio físico precario de los atletas con más talento, siempre al borde de la lesión, y el difícil equilibrio psicológico de Asafa Powell, quien pese a haber sido tres años plusmarquista mundial de los 100 metros -entre 2005y 2008, hasta el advenimiento de Bolt-, no ha alcanzado mayor logro en una competición individual que una medalla de bronce. A eso se le llamó finalmente el síndrome de Asafa, contra el que parecía haber combatido con éxito.
Aparte de volver a correr como en su mejor tiempo, Powell había vuelto a hablar como el gran campeón que siempre quiso haber sido. Antes de aterrizar en la tierra en la que nunca luce el sol -una neblina permanente mantiene la temperatura de Daegu como fijada con un termostato en 25 grados y con amenaza de lluvia-, en Londres, Powell había multiplicado las entrevistas optimistas. "Estoy como nunca", decía. "Ha llegado el momento de salir de la sombra de Bolt". La fuerza moral se la había dado el propio Bolt, con quien había decidido probar la vía de la amistad, entrar a formar parte de su círculo de fiestas, bailes y bromas. "Si cuando estamos un poco bebidos, Usain me agarra por el hombro y me dice que soy el único que puede ganarle...", decía Powell.
Antes que Powell, se lesionó Tyson Gay (9,79s, segunda mejor marca mundial del año), el último campeón del mundo antes de la era Bolt, el último atleta que le ha derrotado en unos 100 metros, el norteamericano que completó con Bolt y Powell (bronce) el podio del Mundial de Berlín. Y después de Gay, sendos controles antidopaje positivos dejaron sin viaje a Corea del Sur al jamaicano Steve Mullings (9,80s) y al norteamericano Mike Rodgers (9,85s), tercero y cuarto, respectivamente, en el ranking de los 100 metros de la temporada.
A este paso, como diría un jamaicano, en la final del domingo a las 13.45 (hora española) Bolt gana a la pata coja -o con la espalda fastidiada, como recuerda su entrenador-, o, como diría un francés, sube al podio Christophe Lemaitre, el blanco más blanco (9,92s este año), quien como un monaguillo a la muerte del papa ve cómo corre aceleradamente el escalafón. O gana Richard Thompson, de Trinidad y Tobago, plata en Pekín 2008, quinto en Berlín 2009 y súbitamente, con sus 9,85s, el más rápido en 2011 de cuantos competirán en Daegu. No parece que la oportunidad le llegue, sin embargo, en el mejor momento a Justin Gatlin, el campeón olímpico de Atenas 2004 que regresa a la más alta competición tras una sanción de cuatro años por dopaje. Después de lograr bajar de los 10s (9,95s) y ganarse a pulso en los trials una plaza en el equipo estadounidense, Gatlin se quemó los pies, la parte más sensible de un atleta, en una sesión de crioterapia a 110 grados bajo cero a la que se sometió con los calcetines empapados en sudor. La congelación de la prenda le ha dejado profundas cicatrices y ampollas.

Arranca el maratón
- El Mundial de atletismo arranca hoy en Daegu (Corea del Sur, siete horas más que en España) con la baza de Alessandra Aguilar en el maratón. La gallega, de 33 años, 54ª en los Juegos de Pekín, se entrena en Madrid en el grupo de Antonio Serrano, en el que también están los maratonianos Pablo Villalobos y Chema Martínez. El pasado mes de abril terminó cuarta en el maratón de Rotterdam con un tiempo de 2h y 27m. Las pruebas del Mundial se pueden ver en Eurosport a partir de las 2 de la madrugada, hora española.

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