sábado, 5 de octubre de 2019

DALILAH MUHAMMAD, EL RÉCORD DEL MUNDO DE LA HIJA DEL IMÁN


JAVIER SÁNCHEZ
El Mundo.es

¿Para qué sirve un récord mundial?
La Historia esconde recompensas personales -la popularidad, el dinero-, pero, si se quiere ir más allá, la posteridad, una plusmarca por sí sola no sirve. Dalilah Muhammad (Nueva York, 1990) lo descubrió el pasado julio cuando en el Campeonato de Estados Unidos de Des Moines se convirtió en la mujer más rápida en correr unos 400 metros vallas (52.20 segundos), superó un registro que llevaba 16 años en los libros, y al volver a casa se descubrió vacía. «Pensé que me invadiría una enorme sensación de éxito, un 'Oh, Dios mío, todo es increíble', pero en realidad lo que más veces pensé fue'. ¿Y ahora qué?' Y no lo digo en el lado positivo, no quiero decir que ya pensara en nuevos objetivos. Lo digo en el lado negativo, sólo podía pensar '¿Cómo voy a motivarme ahora?'», reconocía al 'New York Times'.
En su última prueba antes del Mundial, el meeting de la Diamond League de Zúrich en agosto, sólo pudo ser tercera y llegaba a Doha como una incógnita. Quizá incluso perdía el oro ante su compatriota Sydney McLaughlin. Pero fue todo lo contrario. En la final del Mundial, Muhammad no sólo venció, también rebajó unas décimas su propia plusmarca (52.16 segundos). «No me lo esperaba. Esto significa mucho para mí. Quería el Mundial con tanta fuerza que he acabado rebajando el récord del mundo. Sentí que Sydney se acercaba a mí alrededor de la novena valla y sólo pude dar todo lo que tenía», comentaba Muhammad, que en el proceso, en las últimas semanas antes del campeonato, entendió cuál era el significado de su gesta.
¿Para qué un récord mundial?
Por ejemplo, para reivindicar los valores de cada uno. Muhammad es hija de Askia, un imán liberal que trabaja para el departamento de Asuntos Islámicos del Ayuntamiento de Nueva York, y desde que vive bajo el foco ha querido mostrar su manera de vivir la fe musulmana. Por ejemplo, nunca ha utilizado y utilizará el hiyab. «No me gusta que me digan que no soy la típica musulmana. Creo que en todo el mundo hay millones de creyentes del islam y todos podemos expresar nuestra religión de la manera que consideremos», comentaba Muhammad al 'The Guardian' después de criticar duramente las decisiones del Gobierno de Donald Trump, entre otras cosas.
Nadie podía prever que acabaría en esos estamentos cuando empezó.
A los siete años, participó en una carrera del club de su vecindario en el parque Roy Williams, una prueba de 300 metros, y no quedó ni entre las tres primeras. Aquello no le desanimó. En absoluto. Se apuntó al mismo club en busca de respuestas de su derrota y descubrió que quizá no sería una figura en la velocidad, pero las vallas son otra cosa. «Los sprinters no estarán de acuerdo conmigo, pero yo creo que en la velocidad lo más importante es tener genética. Para la velocidad hay que tener una habilidad natural: o naces con ella o nada. En las vallas es distinto», comentaba Muhammad, cuyo próximo objetivo será revalidar en Tokio su oro de los Juegos Olímpicos de Río 2016 y seguir insistiendo en aquello que cree.

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