JUANMA BELLÓN
AS.com
Omar
McLeod es un vallista alocado capaz de ganar una final olímpica y mundial y
también de liarla a lo grande. Eso hizo con Orlando Ortega anoche y este mismo
año, en junio, derribó al ruso Sergey Shubenkov en la Diamond League de Rabat.
Fue de manera flagrante, porque Shubenkov iba delante y McLeod se agarró a él
para tirarle. Ganó el siberiano, pero acabó con tremendas magulladuras en la
espalda a causa de la quemazón del sintético de la pista.
Ortega,
en una serie de tweets puestos el 9 de septiembre, ya habló sobre el peligro
que tenía McLeod en pista: “Los atletas que no tienen buena técnica con los
brazos invaden las calles contrarias a los que vienen por detrás. He tenido
varias veces esa experiencia con McLeod y otros. Lo más triste es que en campeonatos
fundamentales no los descalifican teniendo cámaras por todos lados”. Era un
hilo visionario, porque en el momento clave, en la final mundial, Ortega se
topó con esa desagradable situación. McLeod le fastidió, reincidente en
derribos.
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