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Las
carreras de ultrafondo no serán lo mismo sin Súper Paco. El mundo del runner
está de luto desde este martes por la muerte del malagueño Francisco Contreras,
de 81 años. Hace poco más de una década que su nombre saltó a la fama por
competir con éxito, y pese a su edad, en durísimas carreras de larga distancia.
En todas ellas iba ataviado con un sombrero de paja, dos bastones de madera y
la misma ropa con la que solía trabajar en el campo, su gran pasión. Súper
Paco, como le apodaban cariñosamente, se convirtió pronto en un ejemplo para
atletas jóvenes y en un fenómeno de masas, que le pedían fotos cada vez que le
veían aparecer con su peculiar forma de correr, su inconfundible silueta
encorvada y su rostro surcado de arrugas. Él nunca se negó, aunque no entendía
el motivo por el que levantaba tanta expectación.
Contreras
nació en 1918 en un cortijo situado en el término municipal de Almogía, en las
faldas de los montes de Málaga. Su familia se dedicaba a la agricultura, aunque
su padre recorría las casas de campo de la zona para vender productos y utensilios,
que los lugareños le pagaban cuando buenamente podían. Él también trabajó mucho
tiempo en el campo, aunque estuvo durante 27 años en una fábrica, en la que se
encargaba de introducir el algodón en una máquina para convertirlo en hilo.
Aprendió a leer gracias a las lecciones de un maestro rural, aunque él siempre
dijo que, de haber crecido en la capital, le hubiese gustado estudiar algo,
posiblemente Medicina. Obtuvo el graduado escolar con más de 60 años tras
acudir a clase en una escuela de Sexmo, un barrio de Cártama, la localidad
malagueña en la que vivía desde hace décadas y donde era admirado. Incluso dio
el pregón de las fiestas en una ocasión.
Se
levantaba cada día a las siete de la mañana para cuidar los olivos y limoneros
de su parcela, donde mantenía una vida tranquila, pero ocupada. Siempre dijo
que apenas entrenaba para las carreras, que le bastaba con andar de acá para
allá en su terreno y que, los fines de semana, salía a correr unos 40 kilómetros
para acostumbrarse. Lo hacía de noche: se levantaba a las dos de la madrugada y
regresaba a casa a la hora del desayuno. Aunque llevaba [linterna] frontal,
nunca la encendía porque era mejor “resguardarse en la oscuridad”. Súper Paco
fue siempre un ejemplo de superación. Le gustaba repetir que todo depende de la
fuerza de voluntad. Él comenzó a correr pasados los 60 años, cuando el médico
le recomendó ejercitarse para controlar el colesterol. Empezó a trotar por la
montaña a pesar de que, al principio, algunos creyeron que estaba loco y que se
iba a romper algún hueso. “Yo creo que realmente se echó a correr cuando murió
su esposa”, explica Martín Corradini, director del documental Paco, uno igual
que todos.
“Cuando murió María no podía vivir. Me iba a
correr de noche y así me desfogaba. A veces me preguntaba cómo era tan cobarde
de no seguir adelante como fulano, que también había perdido a su esposa. Pero
yo no podía, era imposible”, cuenta el propio Contreras en el vídeo, grabado en
2016. Para entonces, Súper Paco se había convertido ya en un ídolo y contaba
con seguidores en toda España. No en vano, recorría su geografía para realizar
duras pruebas de resistencia como la Summun Ultra Cup, un circuito de seis
pruebas de montaña a nivel nacional con más de 700 kilómetros en total. En su
currículo también aparece la Volta a la Cerdanya, de 189 kilómetros en una sola
jornada. También era un fijó en los 101 kilómetros de Ronda que organiza La
Legión, una prueba de extrema dureza. Incluso completó su última edición, en
mayo pasado, “sin llegar cansado” (“no compito, voy a mi ritmo”, decía). Meses
más tarde, ya en verano, le fue detectado el cáncer de esófago que ha terminado
con su vida.
Tamara
Melgar, de 33 años, recuerda las palabras que le dedicó Súper Paco en 2017, en
la víspera de sus primeros 101 kilómetros en Ronda: “Estaba atacada de los
nervios y me dijo que estuviese tranquila, que era mucha distancia y que la
hiciera sin volverme loca. Me dio un consejo como si fuese mi abuelo. Era muy
humilde y generoso”. Una tesis en la que ahonda Corradini, director de uno de los
trabajos sobre su figura. “Era muy sencillo. Todos le conocían y a pesar de eso
nunca se creyó nada, de ahí el título del documental, uno como todos. Cuando
llegamos a Cártama preguntamos y los vecinos nos llevaron hasta su casa. Nos
abrió las puertas. La intención era contar su experiencia desde otra
perspectiva; ya había muchos vídeos suyos corriendo”. Salvador Ramírez,
corredor amateur, ha compartido varias pruebas con Súper Paco. Lo recuerda como
alguien humilde que jamás negaba una foto, aunque eso le supusiera interrumpir
la marcha.
Ramírez
relata que, durante una prueba diseñada especialmente para ciclistas, en Villa
de Arriate, un municipio a cinco kilómetros de Ronda, unas mujeres del
avituallamiento vieron acercarse a toda prisa a un hombre mayor vestido con
pantalón largo y camisa. “Pensaron que era un cabrero y que iba corriendo
porque los ciclistas habían hecho algo a su ganado”. Luego recibió una medalla,
le dieron de comer una ensalada y carne en salsa y exhortó: “Por fin comida, ya
estaba harto de tanto plátano y tanta naranja en las carreras”. En mayo de
2016, dos de sus hijos, Inés y Francisco, que le acompañaban en muchas
ocasiones, publicaron un libro titulado Súper Paco. Kilómetros de Vida. El
texto recoge las anécdotas personales de este hombre al que todos reconocen como
una fuente de inspiración. Su figura ha trascendido el ámbito deportivo y se ha
convertido en un ejemplo. Gracias a Súper Paco, no hay excusa para no
intentarlo.
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