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Todas las carreras, como todos los saltos y
lanzamientos, son especiales por distintas. Lo especial de los 200 metros es
que, en su primera mitad, se corren en curva. Ello, inevitablemente, nos lleva
a los cronistas a escribir: "Fulano salió de la curva..." Y es que el
final de la curva es la primera gran referencia.
Quien la dibujó con la forma y el filo de un alfanje
fue el británico Adam Gemili. Era para él la curva de la felicidad. Pero tras
el británico entró Noah Lyles en la recta como un sable en la carne de
membrillo. En ella cimentó su victoria en una carrera algo decepcionante y con
su peor marca del año (19.83). Lo mismo en los casos del canadiense Andre de
Grasse (19.95) y el ecuatoriano Álex Quiñónez (19.98). Sólo ellos tres bajaron
de los 20 segundos.
Quizá por esa razón, por esa desilusión dentro del
triunfo, no se abandonó Lyles a sus tontunas. Por ellas se le ha relacionado
con Usain Bolt, también muy aficionado a los gestitos. A algunos de nosotros,
quizá demasiado clásicos, no nos hacen gracia en casa las gracietas en la
pista. Preferimos a los atletas serios, que miran esa pista como amándola y
odiándola al tiempo. Queriendo conquistarla y, la vez, temiendo ser rechazados.
El amor y el odio son dos sentimientos muy serios.
Lyles es a los 200 lo que Christian Coleman a los
100. El otro dueño estadounidense de la velocidad mundial. Y, aunque esta
temporada ha ganado el Diamante en ambas distancias, en parte porque Coleman
estuvo un tanto desinteresado, es ante todo un corredor de 200. Menos en la
curva de la felicidad que en la recta de la gloria.
Este año sólo sufrió una derrota: ante Michael
Norman en Roma (19.70 por 19.72). Y siempre bajó de los 20 segundos. Sus 19.50
de Lausana lo colocan como cuarto hombre "all time", tras Usain Bolt
(19.19), Yohan Blake (19.26) y Michael Johnson (19.32). Además, Bolt y él son
los únicos que han bajado seis veces de los 19.70.
Así que, con esas credenciales adquiridas y,
creemos, un carácter fanfarrón de nacimiento, Lyles ha anunciado que tarde o
temprano batirá el récord de Bolt. Ármate de paciencia, chaval. Entre la mejor
marca de él y la tuya hay, al menos aún, unos tres metros.
Un detalle. En la final no había ni un jamaicano. Ni
siquiera el declinante Blake, quinto en los 100. Se fue Bolt, que era casi
todo, y tras él no queda casi nada.
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