jueves, 10 de octubre de 2019

LAS CONTRADICCIONES DE LOS MUNDIALES DE DOHA


SERGIO HEREDIA
LA VANGUARDIA.com

La primera vez que me engañes será culpa tuya; la segunda vez, la culpa será mía
Proverbio árabe
Michael Johnson tiene 52 años y la vida resuelta.
Ganó cuatro títulos olímpicos. Y durante un tiempo mantuvo las plusmarcas de 200 y 400. La primera se la quitó Bolt. La segunda, Van Niekerk.
El año pasado, Michael Johnson sufrió un ictus. Estuvo paralizado de piernas durante un tiempo. Sin embargo, se repuso pronto y ahora ha vuelto a trabajar. En estos días, ha estado en Doha como comentarista televisivo.
Ayer, horas antes de la sesión, Michael Johnson atravesaba la pista del estadio Khalifa. Pasaba junto a un buen puñado de empleados de la IAAF. En su último día en la oficina, los trabajadores se hacían selfies y se colocaban en la línea de salida. Cinco o seis de ellos ocupaban seis carriles, listos para arrancar. Johnson pasaba junto a ellos cuando le llamaron:
–¡Ey, Michael! ¿Por qué no corres con nosotros?
Michael Johnson asintió.
Depositó el botellín de agua y la americana sobre el tartán. Les saludó uno a uno y se puso a la salida. En los tacos. Cuando los otros echaron a correr, les vaciló: no se movió ni un metro.
Se dio media vuelta, recogió sus cosas y se fue por donde había venido, sin mirar atrás.
 (...)
Minutos antes, en las entrañas del estadio Khalifa, Sebastian Coe (63) atendía a la prensa internacional. Ahora preside IAAF World Athletics. Coe es un caballero de la orden británica. Un sir. En su día fue otro mito del atletismo. Y como Johnson, juega al engaño.
Coe es un hombre en el disparadero, y por eso la prensa británica le descalifica. Lo llaman el mejor hipócrita británico .
Coe debe justificarse.
Maquillar esta historia.
Explicar qué hace el atletismo aquí, en Doha, un país sin tradición atlética, sin formación y sin interés por el tartán.
No hay merchandising de los Mundiales en las calles de la ciudad, avenidas de cinco carriles por sentido. Ni carteles, ni grandes fotos colgadas de los rascacielos.
Los qataríes no tienen ni idea de quién es Saif Saaeed Shaheen: viene de Kenia. Se llamaba Stephen Cherono, pero se hizo qatarí. Y como qatarí conserva la plusmarca mundial de los 3.000 m obstáculos. Tampoco le prestan atención a Abderraman Samba, bronce en los 400 m vallas en Doha. Este nació en Arabia Saudí.
Solo se interesan por Mutaz Essa Barshim, su campeón del salto de altura, alargado y eléctrico como una anguila, este sí qatarí de origen. Se interesan por Barshim, y llenan el estadio en el día de su vuelo. Pero no nos engañemos. Los organizadores les han regalado las entradas y han fletado autocares desde las escuelas y los centros de trabajo.
Así que el lleno es artificial.
Coe obvia ese efecto. Dice:
–A nivel de resultados, los Mundiales han resultado maravillosos. En la tarde del sábado se rondaron tres récords del mundo (peso masculino y triple y 1.500 m femeninos). Pero por encima de todo, nosotros debemos enfocarnos hacia la globalidad. No podemos cerrarnos a nueve o diez países. Debemos llegar a otros aficionados. Yo estoy encantado de que los Mundiales hayan venido a Oriente Medio por primera vez. Este país lleva años invirtiendo mucho dinero en este deporte. Su Diamond League es una de las más populares del circuito. Y se han entregado las infraestructuras a estos campeonatos. Qatar ha hecho que los Mundiales de atletismo sean aún más grandes.
–Ya, pero ¿y el despilfarro ecológico, el hecho de tener un estadio acondicionado a base de tubos de refrigeración? Llueven las críticas –le dicen.
–Si un atleta no quiere venir, que no venga. Yo lo entiendo. No le forzaré a venir. Pero no puedo aceptar que se escude en la huella ecológica, o en la política exterior de este país. Si a alguien no le gusta el país, que lo diga. Pero no toleraré que se excuse en el aire acondicionado.
Raúl Chapado, el presidente de la Federación Española, abona esa tesis: considera que el atletismo se encuentra en una fase de expansión. Y que hace bien en asomarse al golfo Pérsico.
–Tal vez de aquí salgan más niños. Más niños que sigan el atletismo y se pongan a practicarlo.
Marta Pérez, mediofondista española, semifinalista en los 1.500 m, discrepa.
Esta misma semana, decía:
–No sé qué estamos haciendo aquí. Este Mundial se está corriendo de forma artificial. Son artificiales las condiciones que se dan en el estadio, con el aire acondicionado (se calcula que Qatar ha invertido 81 millones en la instalación de los tubos), y son artificiales las fechas, muy forzadas para los atletas, tan tarde. Pero sobre todo, yo como mujer no puedo inspirar a ninguna qatarí. Por cuestión cultural, no pueden hacer nada de lo que yo hago.

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