SERGIO
HEREDIA
LA
VANGUARDIA.com
La
primera vez que me engañes será culpa tuya; la segunda vez, la culpa será mía
Proverbio
árabe
Michael
Johnson tiene 52 años y la vida resuelta.
Ganó
cuatro títulos olímpicos. Y durante un tiempo mantuvo las plusmarcas de 200 y
400. La primera se la quitó Bolt. La segunda, Van Niekerk.
El
año pasado, Michael Johnson sufrió un ictus. Estuvo paralizado de piernas
durante un tiempo. Sin embargo, se repuso pronto y ahora ha vuelto a trabajar.
En estos días, ha estado en Doha como comentarista televisivo.
Ayer,
horas antes de la sesión, Michael Johnson atravesaba la pista del estadio
Khalifa. Pasaba junto a un buen puñado de empleados de la IAAF. En su último
día en la oficina, los trabajadores se hacían selfies y se colocaban en la
línea de salida. Cinco o seis de ellos ocupaban seis carriles, listos para
arrancar. Johnson pasaba junto a ellos cuando le llamaron:
–¡Ey,
Michael! ¿Por qué no corres con nosotros?
Michael
Johnson asintió.
Depositó
el botellín de agua y la americana sobre el tartán. Les saludó uno a uno y se
puso a la salida. En los tacos. Cuando los otros echaron a correr, les vaciló:
no se movió ni un metro.
Se
dio media vuelta, recogió sus cosas y se fue por donde había venido, sin mirar
atrás.
(...)
Minutos
antes, en las entrañas del estadio Khalifa, Sebastian Coe (63) atendía a la
prensa internacional. Ahora preside IAAF World Athletics. Coe es un caballero
de la orden británica. Un sir. En su día fue otro mito del atletismo. Y como
Johnson, juega al engaño.
Coe
es un hombre en el disparadero, y por eso la prensa británica le descalifica.
Lo llaman el mejor hipócrita británico .
Coe
debe justificarse.
Maquillar
esta historia.
Explicar
qué hace el atletismo aquí, en Doha, un país sin tradición atlética, sin
formación y sin interés por el tartán.
No
hay merchandising de los Mundiales en las calles de la ciudad, avenidas de
cinco carriles por sentido. Ni carteles, ni grandes fotos colgadas de los
rascacielos.
Los
qataríes no tienen ni idea de quién es Saif Saaeed Shaheen: viene de Kenia. Se
llamaba Stephen Cherono, pero se hizo qatarí. Y como qatarí conserva la
plusmarca mundial de los 3.000 m obstáculos. Tampoco le prestan atención a
Abderraman Samba, bronce en los 400 m vallas en Doha. Este nació en Arabia
Saudí.
Solo
se interesan por Mutaz Essa Barshim, su campeón del salto de altura, alargado y
eléctrico como una anguila, este sí qatarí de origen. Se interesan por Barshim,
y llenan el estadio en el día de su vuelo. Pero no nos engañemos. Los
organizadores les han regalado las entradas y han fletado autocares desde las
escuelas y los centros de trabajo.
Así
que el lleno es artificial.
Coe
obvia ese efecto. Dice:
–A
nivel de resultados, los Mundiales han resultado maravillosos. En la tarde del
sábado se rondaron tres récords del mundo (peso masculino y triple y 1.500 m
femeninos). Pero por encima de todo, nosotros debemos enfocarnos hacia la
globalidad. No podemos cerrarnos a nueve o diez países. Debemos llegar a otros
aficionados. Yo estoy encantado de que los Mundiales hayan venido a Oriente
Medio por primera vez. Este país lleva años invirtiendo mucho dinero en este
deporte. Su Diamond League es una de las más populares del circuito. Y se han
entregado las infraestructuras a estos campeonatos. Qatar ha hecho que los
Mundiales de atletismo sean aún más grandes.
–Ya,
pero ¿y el despilfarro ecológico, el hecho de tener un estadio acondicionado a
base de tubos de refrigeración? Llueven las críticas –le dicen.
–Si
un atleta no quiere venir, que no venga. Yo lo entiendo. No le forzaré a venir.
Pero no puedo aceptar que se escude en la huella ecológica, o en la política
exterior de este país. Si a alguien no le gusta el país, que lo diga. Pero no
toleraré que se excuse en el aire acondicionado.
Raúl
Chapado, el presidente de la Federación Española, abona esa tesis: considera
que el atletismo se encuentra en una fase de expansión. Y que hace bien en
asomarse al golfo Pérsico.
–Tal
vez de aquí salgan más niños. Más niños que sigan el atletismo y se pongan a
practicarlo.
Marta
Pérez, mediofondista española, semifinalista en los 1.500 m, discrepa.
Esta
misma semana, decía:
–No
sé qué estamos haciendo aquí. Este Mundial se está corriendo de forma
artificial. Son artificiales las condiciones que se dan en el estadio, con el
aire acondicionado (se calcula que Qatar ha invertido 81 millones en la
instalación de los tubos), y son artificiales las fechas, muy forzadas para los
atletas, tan tarde. Pero sobre todo, yo como mujer no puedo inspirar a ninguna
qatarí. Por cuestión cultural, no pueden hacer nada de lo que yo hago.
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