Cuando
Yomif Kejelcha, el ganador del Medio Maratón de Valencia, llegó a Portland en
2017 para entrenarse con Alberto Salazar, no hablaba nada de inglés. Así que
aquel corredor larguirucho lo pasó realmente mal. En aquella época ya se
contaba en las páginas de los periódicos del Reino Unido, la patria del
imbatible Mo Farah, otro alumno del entrenador cubano, que su método estaba
manchado por el dopaje. Pero no pareció importarle.
Kejelcha
solucionó su soledad gracias a Sifan Hassan. La neerlandesa, a quien persiguió
la desgracia en Valencia, también nació en Etiopía, así que se convirtió en su
confidente, en la persona con la que sentarse y poder estar un rato de charla.
Un hombro sobre el que llorar cuando se veía incapaz de soportar los
demoledores entrenamientos de Salazar, aquel exfondista que siempre pareció
disfrutar en la agonía, un atleta capaz de acabar con un gotero tras
desplomarse en la meta de la Falmouth Road Race de 1978 o de exprimirse hasta
salir triunfal del mítico Duelo al Sol del Maratón de Boston de 1982 ante Dick
Beardsley. Kejelcha no lo podía soportar y estuvo a punto de pegar un portazo y
salir huyendo de allí.
Pero
resistió y aquello creó un vínculo tan fuerte entre los etíopes que Kejelcha
considera a Hassan como su hermana. Ellos eran los favoritos en el fabuloso
Medio Maratón de Valencia y solo un tropezón sufrido por ella -esos incidentes
son parte del atletismo- evitó que los 'hermanos' se coronaran en Valencia. Sin
Salazar, eso sí, condenado a ver el atletismo por televisión durante cuatro
años después de que la Usada comprobara que el técnico no era trigo limpio. Sus
atletas salieron inmunes de este escándalo porque la agencia solo logró probar
que aquellas prácticas eran de unos pocos años atrás.
Nos
obligaban así, un vez más, a hacer del atletismo un acto de fe. Porque,
desgraciadamente, cuando ves determinadas exhibiciones, teniendo la experiencia
de tantos años, una duda te agarra del cuello y te pregunta: ¿De verdad te lo
crees?
No hay comentarios:
Publicar un comentario