CARLOS
ARRIBAS
El
País.com
Salta
Barshim, el hijo del país, y las gradas se hacen tablero de ajedrez, blanco y
negro, túnicas de los hombres de Doha con sus kuffiyasen la cabeza y, al 50%
negro de mujeres con hiyab, y en la curva de la altura, hasta pierden la
seriedad y gritan con los brincos del atleta qatarí de nivel mundial,
entusiasmados como si estuvieran viendo carreras de camellos o de 4x4s en las
dunas.
Sin
que ellos lo sepan a las 20h, cuando comienza el show, serán privilegiados
espectadores de algunos momentos históricos. Como un récord mundial de 400m vallas
mujeres, por Dalilah Muhammad, que se batió a sí misma con 52,16s. Como el
sprint increíble con el que Conselsus Kipruto rindió al etíope Girma y evitó
que los de Doha fueran los primeros Mundiales sin un campeón keniano en 3.000m
obstáculos desde 1983 —Fernando Carro terminó undécimo con 8m 12,32s—. Como un
milagro, el milagro de la resurrección deportiva de Barshim, su saltador de
cabecera, dado por acabado cuando hace un año se rompió un tobillo en el mejor
momento de su carrera, cuando estuvo a punto de saltar en Hungría 2,46m, lo que
habría supuesto borrar, 26 años después de haberse producido, los 2,45m de
Javier Sotomayor, uno de los récords del mundo más venerados
Es
viernes. Es fiesta en Qatar y, no se sabe mediando qué milagro, los organizadores
han llenado el estadio de ruido y luz que aumenta y aumenta in crescendo según
sube y sube la barra que su adorado Barshim supera etéreo, ingrávido, como una
pluma que asciende volando en manos de una corriente de calor. 2,30m, 2,33m,
2,35m, 2,37m...
Y
cuando supera altura tras altura en una ceremonia de redención, el mundo se
alegra tanto o más que los habitantes de Doha, o que su amigo italiano, y rival
de vez cuando, Gianmarco Tamberi, quien después de eliminado no pierde detalle
y no puede ni controlar su emoción ni su deseo de abrazar a su íntimo cuando
este salta 2,35m y descorazona a su último rival, el ruso Akimenko antes de
rematarle con el 2,37m a la primera también. Y Tamberi salta sobre sus brazos
con más agilidad casi que la que exhibió sobre la barra y con su barba
demediada se cuelga del cuello del héroe de un Qatar que descubre que puede
gritar más y con más alegría en un estadio de atletismo que en un campo de
fútbol. Que Barshim lograría su segundo Mundial, y saltando 2cm más, solo lo
creía él: llegó con una mejor marca en el año de 2,27m, 10 menos del oro.
El
día se cerró con un gran 400m en el que se impuso el fantástico bahameño Steven
Gardiner (43,48s) por delante del colombiano Zambrano (44,15s)
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