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Orlando
Ortega iba a ser oro, plata, bronce… Nunca se sabrá. Cuando quedaba una valla,
el jamaicano Omar McLeod se cruzó en su camino, trastabillado y lo sacó de
carrera. Durísimo. Ortega no tuvo capacidad de reacción y quedó quinto del
mundo (13.30) en una carrera que ganó Holloway (13.10), fue segundo Shubenkov y
tercero Martinot, porque tuvieron la suerte de no tener al inestable caribeño a
su lado. Una bomba de relojería cuando está en carrera.
Era
una final caliente, con el estadounidense Holloway y McLeod, dos antónimos a
Orlando. Corredores inestables, pero con una punta de velocidad tremendísima.
Son un disparo al aire, pero si sale bien puede ser letal, para ellos y para la
gente que les rodea. Las vallas son vallas, la prueba menos predecible y con
estos dos atletas más. También en juego Shubenkov y Martinot, más similares a
Ortega. Y se dio la salida…
Orlando
arrancó mal, pero no es nada raro. Su remontada comenzaba a partir de la
quinta. La carrera era la prevista, ganar posiciones y llegar hasta donde
hiciera falta, porque Orlando sabe que ellos tienen mejor arrancada. Ortega es
seguro, fino y elegante, pero no McLeod, velocista total y vallista dislocado,
que arruinó la medalla de Ortega al invadir la calle 5 de Ortega en el último
obstáculo, en un momento en el que se podía reaccionar. Porque además McLeod
dio varios pasos en el camino del español, que pasaba de cualquier manera la
valla, con técnica desfigurada. Un lío, un dolor, una pena... para Orlando que
estaba firmando una de las mejores temporadas de su vida.
“De verdad no me lo puedo creer, esto es
durísimo”, decía el español, que seguirá así sin medallas en los Mundiales.
Tremendo.
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