jueves, 23 de diciembre de 2010

LA DOBLE CONDICION DE MARTA





JUAN JOSÉ MATEO / AMAYA IRÍBAR - Madrid - 23/12/2010

Marta Domínguez declaró ayer en el juzgado número 24 de Madrid como imputada en la Operación Galgo y también como testigo de la misma causa. "No es frecuente, pero si la juez ve que es posible hacerlo...", confirmaron fuentes cercanas a la atleta.
Marta Domínguez declaró ayer en el juzgado número 24 de Madrid como imputada en la Operación Galgo y también como testigo de la misma causa. "No es frecuente, pero si la juez ve que es posible hacerlo...", confirmaron fuentes cercanas a la atleta, que vio cómo la magistrada Mercedes Pérez le pedía que prestara juramento nada más acabar su exposición como imputada; cómo eso provocaba la protesta de su abogado; y cómo, inmediatamente, se sorprendían los del resto de implicados. "Es sorprendente fraccionar dentro de un mismo acto a una persona en dos condiciones. Es poco garantista y puede dar lugar a una petición de nulidad procesal", explicó Manuel Lozano, catedrático de derecho procesal. "Cada vez queda más claro", abundaron fuentes conocedoras del caso; "que aquí hay dos procesos paralelos que se juzgan juntos y pueden llegar a desgajarse: por un lado, el del doctor Eufemiano Fuentes; por el otro, el del técnico Manuel Pascua".
Así están las cosas para la atleta: José Rodríguez, su abogado, especialista en casos de dopaje, ha unido a su equipo a cuatro penalistas. Su imputación por un presunto delito contra la salud pública probablemente se mantenga durante el largo proceso de análisis de las pruebas y sustancias recogidas por la Guardia Civil, que se alargará exponencialmente por los recursos, declaraciones y pruebas de un caso con 14 implicados. Mientras tanto, la fondista no puede competir: está embarazada. Ante eso, una marabunta en los juzgados.
"¡Mucho cuidado! ¿vale?", dijo ayer Domínguez, que hablaba por primera vez en público desde que el jueves 9 la Guardia Civil registrara su domicilio en Palencia en busca de pruebas que la relacionaran con la trama de venta y consumo de productos dopantes desarticulada por la Operación Galgo. "Tranquilidad. Yo estoy embarazada, ¡mucho cuidado!", insistió la campeona del mundo, que vio cómo un torbellino de cámaras y periodistas, repentinamente transformado en turbamulta, le rodeaba, zarandeaba y empujaba ente gritos y preguntas.
La atleta, que llegó a la plaza de Castilla parapetada tras unas gafas negras y directamente desde Palencia con su marido, había declarado durante dos horas y media ante la juez. De allí salió en libertad con cargos y sin ningún tipo de medida cautelar. "Ni fianza, ni retirada de pasaporte, ni obligación de notificar un posible cambio de domicilio", especificó su entorno.
La llegada de Domínguez, sin embargo, no provocó solo el revuelo entre los periodistas, sino también entre los abogados de los implicados. Su objetivo era saber qué tenía que decir la atleta de sus protegidos. Allí estaba Julián Pérez Templado, el letrado del médico Eufemiano Fuentes y del ciclista de mountain bike Alberto León; José María de Pablos, que defiende al entrenador Manuel Pascua y a su mujer, María José Martínez, que aún tiene que pasar por delante de la juez; el nuevo representante del atleta Alberto García, que ya declaró a petición propia y ayer volvió a hacerlo convocado por la juez; y el letrado que defiende los intereses de Manuel Corral, fisioterapeuta palentino. Todos ellos están imputados. Nadie acompañó al cuarto convocado, Eduardo Alejos, compañero de entrenamientos de Domínguez y citado como testigo.
"Me reitero en lo dicho", explicó luego la palentina, ya cuando las cosas se habían calmado, inútil la pareja de guardias jurados que la había acompañado, sin peso los cinco policías que la habían protegido desde antes de que llegara al juzgado, cuando hacían la ronda con la bandera de España grabada en la culata de sus pistolas.
"No he suministrado productos dopantes nunca a nadie ni me he lucrado con nadie", insistió la atleta. "Se está dañando mi persona, mi imagen, y a mis seres queridos". ¿Tiene previsto volver a la competición?, le preguntaron. "Evidentemente, en cuanto me recupere del embarazo", contestó. "¿Es inocente?", le insistieron. "Evidentemente", cerró, y luego cruzó la calle.
Tras Domínguez declararon el resto de citados por la juez. "¿Cómo se marcha usted de aquí, con cargos o sin cargos?", le preguntaron a García. "Me marcho en coche", contestó el ex atleta, que llegó al juzgado muy temprano, dijo estar allí para apoyar a su amiga Marta y a su familia, y luego se pasó un buen rato declarando.
Son las cosas de un sumario que ha hecho temblar los cimientos del atletismo español. Todos los que lo conocen lo describen como una obra mastodóntica, miles de folios conteniendo grabaciones de llamadas telefónicas, fotografías y seguimientos. La propia Domínguez admitió ayer la existencia de escuchas telefónicas, mientras negaba que de su casa se hubieran llevado "nada", por mucho que los agentes de la UCO salieran de su garaje palentino con una voluminosa caja de cartón y un ordenador en una bolsa.
Así pasan las cosas en el caso Galgo: lentas, como corresponde a una instrucción con 14 implicados; embrolladas, como se deriva de tantos intereses cruzados; y llamativas. Domínguez llegó entre flashes y se despidió entre los cánticos del público reunido al rebufo del alboroto: "¡Esa Marta como mola, se merece una ola!"

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