sábado, 11 de diciembre de 2010

"30 años esperando esto"



C. Arribas

Mañana de entrenamiento en la pista del INEF y en el módulo de atletismo, donde conviven diariamente los mejores atletas de España. Desorientados, los chicos y chicas de Manuel Pascua se concentran sin saber qué hacer -su entrenador y su esposa y ayudante, María José Martínez, están detenidos en dependencias de la Guardia Civil-en el rincón de siempre, junto a las colchonetas del salto de altura. Los demás siguen a lo suyo. Algunos, y sus entrenadores, quizás con una sonrisa en los labios. Otros, los jóvenes, hablan de descorchar champán. Y aun así, la mayoría de los atletas solo conocen la punta del iceberg de lo que supone Manuel Pascua Piqueras, de 77 años, para el atletismo español.
Eso, su peso total absoluto, tan grande, lo conocen los más viejos, los que se han pasado años contemplándole en silencio, y amargándose. Lo conoce, por ejemplo, Ramón Cid, que fue atleta, un buen triplista, en los años 80, cuando Pascua quiso revolucionar la preparación científica con ayuda de Eufemiano Fuentes, ya entonces, y Guillermo Laich, y que ahora es uno de los directores técnicos de la federación. "Llevábamos 30 años esperando esto", dice Cid, quien como atleta se sometió a una biopsia a manos de Laich, paso previo, según comprobó después, a una charla en la que el médico argentino le ofrecía pasar al programa verdadero, la suplementación.
Cid, que fue de los que no aceptó la proposición, recuerda aquellos métodos, importados de Bulgaria o Checoslovaquia, como algo muy "cutre", también como un choque tras el que empezó a ver el atletismo de "otra manera". Como entrenador, la otra manera se hizo náusea. "Yo debo de ser muy mal entrenador", dice, "porque comparado con los de otros, como los de Pascua, mis atletas no progresan apenas, no mejoran sus marcas espectacularmente...". Por eso la alegría por la Operación Galgo, pero también la amargura. "Pienso en el atletismo", dice, "y por eso estoy triste. Pienso en que después de esto muy pocos aficionados creerán en la limpieza de la mayoría, en celebrar con alegría las grandes marcas y los éxitos. Siempre acabarán sospechando hasta de los más limpios".
Como Cid, otros grandes del pasado y del presente, como Jorge González Amo, mítico del 1.500 en los años 60 y ahora responsable del atletismo juvenil y júnior. "Cada vez me era más complicado sustraerlos a las tentaciones que pueden representar los métodos de Pascua", dice. "Todo el proceso de formación corría peligro".
Los jóvenes, los atletas de ahora, hablan en bajo, al principio. Comentan, pero no digas que te lo he dicho yo, por si acaso, cómo estaban hartos de contemplar cómo muchos, los de Pascua, se entrenaban mucho menos que ellos, menos tiempo, menos sesiones, menos intensidad; de comprobar cómo sus marcas estaban acordes a ese menos esfuerzo y de ver cómo, de repente, desaparecían dos, tres semanas, se iban a Marruecos, a Canarias, y regresaban sacándoles los ojos.
Su ira, su esperanza, sin embargo, crecen con el paso de las horas, hablan entre ellos, se ponen de acuerdo, elaboran un comunicado, se lo pasan unos a otros, no menos de 60, y a media tarde lo difunden. Por primera vez un colectivo de deportistas en España aplaude la intervención de la Guardia Civil, la lucha policial contra el dopaje. Lo que no hicieron los ciclistas, minoría los que aplaudieron, cuando la Operación Puerto; lo que no hicieron los atletas cuando Paquillo y la Operación Grial, lo han hecho definitivamente con la caída de Pascua. Y con estas palabras:
"Apoyamos con total determinación el proceso judicial iniciado, nos parece el camino correcto hacia la erradicación total del dopaje en el deporte español. Hasta la fecha los sistemas de detección de sustancias prohibidas no han proporcionado los resultados deseados de prevención. Los tramposos han disfrutado de una impunidad desesperante para el resto de los deportistas, que se veían condenados a competir en inferioridad de condiciones por el mero hecho de respetar las normas. Este proceso da luz al final del túnel y nos proporciona una nueva esperanza para un futuro más limpio. Queremos conservar los valores que el deporte de competición aporta a las sociedades modernas, la capacidad de superación, la colaboración y el trabajo en equipo, el esfuerzo, el compañerismo, el respeto a los adversarios, la disciplina, aprender a ganar y a perder, son activos muy preciados como para dejar que se ensucien con la falta de ética y la ambición desmedida. Por eso deseamos que se llegue hasta el final del proceso y se depuren todas las responsabilidades, que los culpables paguen y los inocentes sean resarcidos. Queremos que el asunto no se quede en sanciones deportivas para algún atleta, mientras las personas que distribuyen, incitan y asesoran para el consumo de estas sustancias vuelven a salir impunes.
Por un deporte limpio".
Entre los firmantes están algunos de los mejores de la última década: Arturo Casado, Jesús España, Naroa Agirre, Carlota Castrejana, Manolo Martínez, Mayte Martínez, Chema Martínez, Juan Carlos Higuero, Ruth Beitia...

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