sábado, 11 de diciembre de 2010

NECESITO PENSAR QUE MARTA ES INOCENTE



Joan Golobart

Menudo mazazo hemos recibido con la detención y posterior libertad con cargos de Marta Domínguez. La mejor atleta española de la historia, que nos ha hecho vivir muchísimos momentos de emoción y de admiración. No hace mucho le dediqué un artículo porque vi en ella un ejemplo que seguir, un compendio de lo que supone vivir: una fortaleza mental a prueba de todo, un gran espíritu de superación, un ejemplo de compromiso.
Hay actitudes y comportamientos que me han llegado a emocionar. Por su plasticidad, por el coraje al no rendirse o por el afán de superación llegando a cambiar lo que parecía una derrota segura por un triunfo. En esas ocasiones, después de la emoción me he sentido más fuerte, entendiendo que ese o esa deportista me ha marcado un camino que seguir, que todo era posible. Que uno en su vida debe tratar de ser humilde para reconocer las deficiencias, pero también tener el valor de saber convivir con ellas y superarse. Por ese motivo, después de cada carrera de Marta, ganase o no, veía en ella a un ídolo.
Puede que muchos vean en mí un ingenuo o hasta el tonto del pueblo, pero necesito pensar que Marta es inocente. Mi cabeza no concibe, por mucho enriquecimiento rápido de tantas personas, por mucha corrupción que exista en nuestra sociedad, que Marta ha dado un paso en la dirección equivocada. Sería renunciar a momentos gozosos delante de la televisión y de conversaciones con mi mujer, algunos amigos, mi padre. Porque el comportamiento de Marta ha sido tema de conversación en mi casa.
La atleta merece un respeto por su trayectoria. Solamente un juez debe juzgarla. El periodismo debe informar, pero no juzgar. Podríamos pensar que Marta merece el mismo respeto que cualquier otra persona y yo pienso que no es así. Por su magnífica y larga trayectoria debe ser más respetada. No puede ser que inmediatamente, por el hecho de estar encausada, admitamos que se ha podido drogar o que es un camello de anabolizantes.
Marta tiene ante sí la carrera más bonita de su vida. Será madre dentro de unos meses y por este motivo dejemos que la justicia haga su papel y mientras dejémosla tranquila. Si un día se determina que realmente se dopó o que ha traficado con sustancias nocivas, que caiga todo el peso de la ley sobre ella. Pero hasta que se demuestre lo contrario es inocente y como tal debe vivir su embarazo.
Pero creo que debemos preguntarnos qué esta pasando. Porque está claro que el dopaje se está convirtiendo en un grave problema. En deportes colectivos uno puede pasar mejores o peores épocas, pero a veces el equipo enmascara la situación si uno baja en prestaciones. Además, los contratos tiene como mínimo tres o cuatro años de duración, con lo que el agobio del día siguiente no existe. En cambio, en otros deportes, como el atletismo, las becas, los patrocinadores, los premios son tan directamente proporcionales al éxito que el dopaje se vuelve demasiado atractivo. Además ¿cómo saber si tu rival ha optado o no por hacer trampas? Si lo hace, seguramente te veas relegado a una segunda posición. Es una vida tan en el filo del cuchillo que parece fácil caer en el lado malo.
Creo que todos somos bastante hipócritas en este aspecto. Exigimos limpieza y honradez, pero a la vez sólo idolatramos al campeón, al potente, al exuberante. Cuando salen estos temas del dopaje siempre tengo la sensación de que la sociedad es culpable y pregunto a mis interlocutores lo siguiente: Si en Barcelona se celebraran los Juegos Olímpicos de los deportistas limpios y al mismo tiempos los de los deportistas dopados, ¿a qué estadio asistirías? Y la gran mayoría me responde que a los de los dopados, porque seguro que son mucho más espectaculares.

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