martes, 14 de diciembre de 2010

LOS "HUERFANOS" DE PASCUA



AMAYA IRÍBAR

Desde que el jueves pasado la Guardia Civil lanzó la Operación Galgo, el pequeño mundo del atletismo está patas arribas. Primero fueron los registros domiciliarios y la detención de 14 sospechosos entre deportistas en activo y retirados, entrenadores, agentes, médicos, farmacéuticos y mediadores. Luego, los corrillos en la Residencia Blume, de Madrid, donde se entrena el grupo del imputado Manuel Pascua y vive y trabaja buena parte de la élite del atletismo español. Y al final, la carta contra el dopaje, una reacción espontánea sin precedentes en otros deportes, que empezaron firmando 60 atletas el viernes y ya supera el centenar de suscriptores.
En medio se han quedado una docena de corredores huérfanos, los que se entrenaban a las órdenes de Pascua y su esposa, María José Martínez, Mery, verdaderas instituciones en este deporte, por cuyas manos han pasado decenas de campeones españoles y entre los que sobresale ahora una cara conocida, la de Nuria Fernández, campeona de Europa de 1.500 metros el verano pasado en Barcelona y que este fin de semana, en plena vorágine, solo pudo ser la 16ª en los Europeos de cross.
La atleta madrileña no se ha escondido. La semana pasada, antes de reunirse con el resto de la selección española para viajar a Portugal, se la vio entrenándose en la pista de la Blume. Nerviosa, pero centrada. "Nuria no es la única perjudicada. Son una docena de atletas los que se han quedado sin entrenador", dice el velocista Ángel David Rodríguez, uno de los que han puesto rostro al movimiento contra el dopaje. Muchos de los pupilos de Pascua han sido interrogados por la Guardia Civil en calidad de testigos y ayer por la mañana se reunieron con el presidente de la federación, José María Odriozola, que intentó "tranquilizarles" y les aseguró que ya está buscando una solución para ellos, otro entrenador.
Algunos de los chicos de Pascua han propuesto que se haga cargo temporalmente de la planificación de su trabajo José Luis Martínez, un veterano técnico, ya septuagenario, de la misma generación que Pascua, explicó el presidente. Mediofondista en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, Martínez se especializó tras retirarse en la preparación de decatletas -los cuatro ochomiles españoles, incluido Antonio Peñalver, han pasado por sus manos- y hoy dirige la Escuela Nacional de Entrenadores. Los otros seguirían rodando por ahora por su cuenta.
Para ambos grupos esta situación sería lógicamente temporal, hasta que la federación encuentre uno o varios técnicos que se hagan cargo de los corredores. Aunque no hay grandes citas a la vista, tampoco hay tanto tiempo: la temporada de pista cubierta, cuya cumbre serán los Europeos de París, empezará en febrero.
Al margen de Nuria Fernández, con Pascua y Mery estaban también la velocista Digna Murillo, el veterano Reyes Estévez,campeón de Europa de 1.500 metros en 1998, y el fondista Alemayehu Bezabeh, al que la federación no dejó defender su título europeo de cross este fin de semana al ser sorprendido por la investigación tras hacerse una transfusión sanguínea.
Mientras la situación de estos atletas se aclara, la vida en la Blume vuelve poco a poco a la normalidad tras unos días de auténtica excitación entre detenciones, registros y rumores. En esta instalación, que reúne pistas y salas de entrenamiento, residencia y centro de estudios, no solo viven atletas, sino también deportistas de élite de casi todas las disciplinas olímpicas. Pero, claro, los protagonistas estos días son los corredores.
"Todos estamos un poco alterados", reconoce el maratoniano Pablo Villalobos, otro de los líderes de la revuelta de los atletas; "yo me quedo hasta tarde escuchando la radio y estoy durmiendo menos. Pero, al final, la gente tiene sus objetivos deportivos, sus entrenamientos. Todo pasa".
Lo que está claro es que algo ha cambiado en el atletismo. En uno de los deportes más individualistas -al fin y al cabo, uno solo depende de sí mismo, de ser más rápido que sus rivales-, sus protagonistas, ajenas a antiguas rencillas pequeñas o historias de celos, se han unido para exigir la pureza en su deporte. Incluso hay un runrún en el sentido de que los entrenadores están pensando hacer su propia carta. Los deportistas parecen haber cogido gusto al colectivo. "Quizá es el momento de reactivar la Asociación de Atletas", apunta Villalobos, que también es su secretario general; "y estudiar si podemos personarnos en esta causa".

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